22 Marzo de 2016 20:47
En Argentina, a Barack Obama lo espera una intensa agenda política y social, tanto en la ciudad de Buenos Aires como en San Carlos de Bariloche. Para reponer y cargar fuerzas, la organización de su visita decidió que su primer alojamiento fuera el lujoso Palacio Bosch. En esta nota, BigBang muestra las principales características del lugar.
Belle Époque
Inaugurado en 1917, el Palacio es un hito en la arquitectura nacional. Testigo trascendental de las relaciones entre los Estados Unidos y la Argentina, su historia refleja la Belle Époque criolla.
El Palacio Bosch cuenta con cuatro niveles y más de 3.500 metros.
Con su estadía en la casona, Obama pasará a la historia como otro de los presidentes de Estados Unidos que estuvo en el Palacio Bosh en su paso por la Argentina. Esta mansión, que perteneció a familia del embajador Ernesto Bosch, desde 1929 es residencia de los embajadores estadounidenses. Allí también durmieron los presidentes Franklin Roosevelt, Dwight Eisenhower y George W. Bush en sus pasos por la Argentina.
El palacio se ubica en la Avenida del Libertador al 3.500, y está construído en piedra París, cuenta con cuatro niveles y más de 3500 metros cuadrados de construcción. Pieza única del neoclasicismo francés, el diseñador René Sergent se inspiró en el castillo de Bénouville, en Normandía, al momento de bocetear los planos. El jardín, también en estilo francés, fue obra de Achille Dechene y Charles Thays.
La decoración fue proyectada y realizada en París por la casa Carlhian y se concibió como una síntesis de diversas referencias de los siglos XVII y XVIII. Por el año 1910, en Buenos Aires se celebraba el centenario de la independencia y Argentina integraba la lista de los diez países más ricos del mundo.
Los interiores de la casona combina estilos del clasicismo francés.
estirpe aristocrática
En París, Ernesto Bosch terminaba sus funciones como embajador argentino, y en pocos meses debía regresar al país para ocupar el cargo de ministro de Relaciones Exteriores en el gabinete del presidente electo, Roque Saénz Peña. Su esposa, Elisa de Alvear, sugirió que un ministro de Estado merecía tener una residencia digna de su cargo para no perder la comodidad con la que vivían en Francia.
De inmediato se convocó a René Sergent, uno de los arquitectos franceses más prestigiosos de aquella época, para que desarrollará el proyecto de su nueva casa en Argentina. Así inició la construcción del Palacio Bosch, uno de los exponentes más representativos del revival del clasicismo francés, que empezó a vislumbrarse a comienzos del siglo XX.
Uno de los ambientes interiores del Palacio.
Los interiores fueron concebidos por André Carlhian y todos los muebles y cuadros fueron traídos de Europa, mientras que el paisajismo estuvo a cargo de Achille Duchene y de Charles Thays. Por su construcción y diseño se lo considera una de las joyas arquitectónica más representativa del mundo en estilo Luis XVI.
La obra se inició en 1912 y terminó cinco años más tarde. El Palacio cuenta con salones preparados para recibir invitados: entre ellos, el comedor es uno de los ambientes más imponentes de la residencia del embajador de Estados Unidos en Argentina. Tiene capacidad de 30 personas, y con una decoración elegante. Con tapizados con tonos rojizos, brinda calidez a la opulencia plasmada en sus paredes.
La sala donde se realizan recepciones a las visitas ilustres.
También el music room sobre sale en su estilo. El ambiente es el de mayor opulencia del edificio. Allí se realizan las recepciones a cada vez que un visitante ilustre estadounidense que llega a Buenos Aires. En el lugar trabajan dieciocho personas, desde jardineros hasta mayordomos, que velan por el mantenimiento y la atención de los huéspedes.