Alarma patotas: crece la ola de ataques y ya se registraron más de 400
Patotas, a la orden del día. La reciente muerte de Luciano Guzmán, el joven de 21 años apuñalado a la salida de un boliche de Avellaneda, dejó al descubierto una realidad que preocupa: en lo que va del año, ya se registraron 440 ataques en grupo en la Ciudad y el Gran Buenos Aires. Doce de los cuales culminaron en homicidios.
El relevo, a cargo de la ONG Cuidemos Buenos Aires, sostiene que todos los ataques tienen lugar a la salida de los boliches o fiestas privadas. Los altos índices de alcohol potencian la "valentía" de los agresores y disminuyen la capacidad de respuesta de las víctimas, sorprendidas siempre en la vía pública.
El caso de Luciano coincide con las estadísticas arrojadas por el informe. Según indicaron las pesquisas forenses, el adolescente murió por una puñalada de siete centímetros de profundidad en la espalda y numerosos golpes en la boca.
Salía junto a sus amigos de un baile de estudiantes en el club 6 de Enero, ubicado en Campichuelo y Oyuela, cuando una patota de adolescentes los increpó para robarles. Aunque pudo ser atendido de inmediato por una ambulancia, Guzmán murió quince minutos después de ser ingresado al hospital.
“El crimen de Luciano se une a una terrible seguidilla de muertes sufridas por jóvenes, por vausas violentas: desde envenenamientos, como los cinco chicos de la Time Warp; sobredosis, como Rocío Artigas, que murió luego de ir a bailar al boliche Loop de Villa Pueyrredón; el ahogamiento de Yésica Uscamayta, en una fiesta privada en La Plata”, enumeró a Diario Popular el abogado Javier Miglino, a cargo de la ONG.
Con doce víctimas fatales en lo que va del año, Miglino intenta hacer pública la realidad de lo que sucede durante la noche porteña y bonaerense. “A esa trágica estadística hay que agregar terribles palizas, golpes y fracturas que cada fin de semana llenan la guardia de hospitales como el Fernández, en el barrio de Palermo, por derivaciones de peleas en boliches de la zona”.
Uno de los últimos casos que llegaron a la portada de los diarios fue la golpiza que recibió John Little, el joven de 27 años que quedó en coma a finales de agosto después de que una patota del Olivos Rugby Club lo linchara por negarse a pelear a la salida del boliche House, de San Isidro. Permaneció en terapia intensiva por una fractura de cráneo y un edema cerebral.
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