El calvario de Lucio: las siniestras pruebas que salieron a la luz durante el juicio
El crimen de Lucio Dupuy cometido el 26 de noviembre de 2021 en Santa Rosa, La Pampa, conmovió a toda la opinión pública por su ferocidad y por los resultados de las pericias que arrojaron una cantidad enorme de maltratos de larga data, torturas y todo tipo de vejaciones, realizadas por su madre Magdalena Espósito Valenti, y su pareja, Abigail Páez.
Las dos acusadas esperan el veredicto de los magistrados Alejandra Ongaro, Andrés Olié y Daniel Sáez Zamora darán este jueves, luego de que los fiscales Walter Martos, Verónica Ferrero y Marcos Saccose, tras el juicio acusaran a las imputadas por "homicidio triplemente calificado" y "abuso sexual gravemente ultrajante por su duración y formas concretas de realización". La condena se conocerá recién 15 días después de que se conozca el veredicto.
Mientras tanto, es mucha la evidencia que demuestra que el niño de cinco años estaba pasando una situación muy peligrosa en su vida y que el abuso sufrido podía haberse parado antes de que sea demasiado tarde.
Toda la gran carga probatoria contra las acusadas tiene su anclaje en la pericia de autopsia que realizó el médico Juan Carlos Toulouse. Esta comprobó que la causa de muerte de Lucio había sido una "feroz golpiza", la cual había dejado varias lesiones en distintas partes de su cuerpo.
Esta agresión final le provocó una hemorragia interna que le colapsó distintos órganos vitales, pero lejos del testimonio de Páez de que el niño cayó al piso tras "unas pataditas en la cola" y fue llevado al hospital donde confirmaron su defunción, también probó que el chico había muerto, por lo menos, tres horas antes.
"Cuando llegué a la casa, lo vi a Lucio que se estaba mandando un moco. No importa qué, porque no viene al caso. Entonces, lo tomé del brazo y le pegué varias pataditas en la cola. Fue todo muy rápido, no sé. Le pegué y no medí dónde la verdad, ni sé por qué tampoco", había declarado durante el juicio la novia de Magdalena.
"Abigail Páez lo pisó con tanta fuerza en su espaldita que, probablemente, le reventó el corazón junto a distintos órganos", reconoció el médico que evidenció gracias a una pericia scopométrica que una marca de la zapatilla de ella había quedado impresa en la espalda del menor.
Allí también se determinó que Lucio había sufrido abusos sexuales recientes y de larga data, además de tener "un fuerte golpe que le afectaba la cadera, el glúteo y la pierna, con una data de 7 a 8 días".
Una de las evidencias que más confesión de partes tienen son las conversaciones que mantenían las acusadas entre sí, en su teléfono celular.
Allí, días antes del asesinato, Páez le escribió a su novia para decirle que "Lucio se mandó un moco" y que ella le había pegado por eso.
"Que no se te vaya la mano que nos vamos a mandar una cagada", reconoció en primera instancia la mamá del difunto.
"Estoy harta. Tengo que estar todo el día con este pendejo. No podemos salir. No podemos hacer nada con este pendejo acá", contestó la Páez, en las conversación que, como otras, es parte del expediente.
Las evidencias también denotan cuál era la actitud de la madre ante la agresión de Páez. "Abi, ¿cómo le pegaste? Ya van dos veces que vomita", le preguntó Magdalena. "Mirá, yo a Lucio no lo quiero ni ver. Me amarga la vida", confesó Páez. "Sería mejor no llevarlo a la escuela", concluyó Espósito, para esconder el maltrato que recibía su hijo.
Además de los signos de haber recibido abuso sexual en su cuerpo de cinco años, hubo otra pericia que determinó el tipo de vejaciones que recibió por parte de sus agresoras el menor.
Es que los análisis sobre los juguetes sexuales de la pareja imputada contaban con ADN de ambas, pero además arrojaban la evidencia genética de que habían sido utilizados con el menor, para violarlo y lastimarlo.
Tras estos estudios, el Ministerio Público Fiscal decidió acusar a las autoras por "abuso sexual gravemente ultrajante, agravado por ser la ascendiente, por ser cometido por dos personas y por existir convivencia entre ella y la víctima menor de 18 años, en concurso real con homicidio calificado por ser la ascendiente, por ensañamiento y alevosía”.
Otro de los elementos que reflejó la hostil realidad que vivía Lucio fueron los dibujos que hacía, a través de los cuales, según la psicóloga Lorena Roggero, el niño "gritaba su dolor".
La profesional especializada identificó que el chico hacía figuras humanas sin ojos, y que eso se debía a que él padecía la necesidad de "no ver" los episodios que sufría en su casa.
Además detalló que todos los personajes que hacía Lucio se dibujaban de la cintura para arriba, escondiendo la parte genital golpeada y lastimada por su madre y la pareja. Esto, según Roggero, es una inobjetable demostración del abuso sufrido por la criatura.
Según el relato de las acusadas, a las 19:40, Páez llevó a su pareja al trabajo y dejó solo en la casa a Lucio. Algo que refrendó la mamá, cuando aseguró que cuando partió, todavía estaba con vida el menor de edad. Supuestamente, luego de eso Abigail llegó y, por un "moco" que se había mandado, le pegó las famosas "pataditas" que derivaron en la muerte del chico.
"No le encuentro una explicación todavía. Sé que lo lastimé, me di cuenta en el momento e intenté remediarlo. Luego, lo alcé y lo llevé a la ducha porque pensé que iba a reaccionar. Él intentaba hablar, estaba consciente todavía. Se bañó parado. Él me intentaba hablar, como para decir algo, pero no le salían las palabras", había confesado Páez.
Todo este relato no tiene asidero en la realidad, de acuerdo a la autopsia y la fecha de muerte que sale de allí, la cual asegura que todavía no se había ido a trabajar la madre, cuando el niño murió.
Otra de las mentiras fue la del robo, la cual le dijeron a un testigo que las vio cuando llevaban a Lucio para que lo atiendan. A él Páez le afirmó que el daño al menor se lo habían hecho unos ladrones que habían ingresado al hogar donde vivían, cuando este intentó hacerle reanimación vía RCP al niño de cinco años.
"Yo nunca dije eso de manera oficial. Se lo dije al hombre que nos ayudó por vergüenza, para no contarle lo que había pasado", confesó Abigail.
Luego de la defunción del chico, sólo pasaron unas horas antes de que detengan a las imputadas. Cuando las fuerzas del orden llegaron al lugar encontraron la casa dada vuelta y un televisor sobre la cama: un montaje realizado por ellas para instalar la falsa hipótesis del robo.
Los vecinos y vecinas de Lucio también escuchaban el maltrato que el menor de edad recibía en su hogar.
"Sacale la ropa y cagalo a palos, dejalo marcado porque lo mato yo", fue una de las terribles frases que contó en las audiencias una de las mujeres que vivía al lado de la víctima, quien además aseguró que en el hogar de Lucio era muy común que la música esté muy alta así no se escuchaban los gritos.
"Al nene se lo escuchaba suplicar para que no le peguen. Y lloraba y gritaba. Se escuchaba cómo le pegaban", precisó la mujer, quien además expresó que fueron muchas las veces que llamó al 911 para denunciar lo que oía.
Como evidencia de estas acusaciones, la testigo mostró al Tribunal un chat donde le contaba a su hermano que estaba oyendo cómo le pegaban al chico desde atrás de la pared, aún con el menor pidiendo por favor que no lo golpeen más, y con el coro de gritos de las dos imputadas de fondo.
"¿Me llamás a la policía? Que yo tengo el parlante roto. Porque le están pegando al nene de al lado", le pidió a su hermano en uno de esos terribles días. "Están yendo ya", le respondió su hermano, a quien la mujer le contó que “todos los días llega del jardín y la novia de la mamá lo caga a palos".
Otra mujer que también atestiguó en las audiencias confesó que cuando Lucio iba a comer a su casa lo hacía con sorprendente voracidad. "Eso se daba porque Lucio pasaba hambre. Además de todo lo que le hacían, no le daban alimento", indicó en relación a la acusación el abogado de los Dupuy, José Mario Aguerrido.
Una de las aberraciones más graves que mostró la autopsia fue la confirmación de todos los maltratos que recibía habitualmente el chico. "Tiene sus genitales mordidos a punto de cortárselos y quemaduras de cigarrillo por todo el cuerpo. Mientras lo masacraban a palos, lo violaban", denunció el abuelo Ramón Dupuy.
Esta cruel realidad. lejos de ser un encono del familiar de la víctima, fue refrendada por la autopsia que se le realizó al menor.
El nivel de agresión registrado en la zona genital dista por completo de la declaración de Páez que aseguraba que "se le daba un correctivo cuando hacía cagadas".
Para Ramón existe una maldad por parte de las mujeres porque "a Lucio lo matan por ser varón, por odio al género opuesto porque, según ellas, interfería en la relación entre ambas".
Más allá de las declaraciones de terceros, la pericia indicó que las lesiones en la zona existen y son claramente intencionales.
Uno de los principales reclamos contra la falta de intervención del Estado para quitarle a Lucio a las asesinas tenía que ver con el largo historial de ingresos al hospital que tenía el niño de sólo cinco años, ya que al menos doce veces fue atendido durante sus últimos años de vida.
El 15 de diciembre del 2020 lo atendieron por golpes en el miembro superior en el Hospital Evita de Santa Rosa. Luego, a los tres días fue por una fractura de muñeca y mano, aunque no al mismo nosocomio, ya que su madre y la pareja lo llevaron Hospital Molas. Algo que desde la querella entienden que fue intencional.
Un poco más de un mes después, el 22 de enero del 2021, Lucio volvió a ser atendido en una salita del barrio Río Atuel, donde tenía otra vez un traumatismo en sus miembros superiores.
Esta dinámica se repitió durante todo el año, ya que el 1° de febrero volvió a aparecer por el Hospital Evita, aunque los golpes esta vez eran por el cuerpo.
Uno de los ingresos más brutales se registró el 23 de marzo en el mismo nosocomio. Allí le encontraron que tenía una deformidad en el dedo producto de una fractura en el hueso. Alguien le había tirado del dedo para atrás hasta rompérselo. Hoy no cabe dudas acerca de quiénes fueron.
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