24 Julio de 2015 17:09
Pescar un poco de señal con el celular para poder hacer una llamada sin que se corte, ver la E en la parte superior de la pantalla de tu teléfono de vez en cuando una H, y saber que sin un Wi-Fi será difícil tener conectividad suficiente para bajar esa foto que llegó por WhatsApp.
El servicio de telefonía móvil es un compendio de quejas (de los usuarios porque el servicio es deficiente, de las telefónicas porque dicen que chocaron contra un techo tecnológico) al que, hace un año, llegó el 4G como una suerte de soplo de aire fresco para mejorar la conectividad de los teléfonos (pero no las llamadas ni el envío de SMS).
El Gobierno licitó (y luego asignó, en diciembre de 2014 y en julio pasado) las frecuencias necesarias para dar este servicio de 4G (también llamado LTE por la tecnología de conectividad que usa) y que permite un mayor ancho de banda para entrar a Internet, más poderoso incluso que el que la mayoría de los argentinos tiene para su conexión hogareña de banda ancha.
¿Cuánto? Según OpenSignal, un mapa de conectividad mundial colaborativo en el que los datos los suman los usuarios (y que, dato al pasar, creó un inglés enamorado de una argentina), el promedio para el país a principios de año era de 13 megabits por segundo (los megabits son los datos que la red puede transmitirle al dispositivo; más megabits, más datos, más rápido carga todo, etcétera). Esto es entre el doble y el triple de lo que tiene la mayoría de los argentinos en su casa en una conexión de banda ancha convencional (entre 4 y 6 megabits). Es, como mínimo, unas diez veces más veloz que el 3G (cuando anda).
El mapa de conectividad móvil en Capital y provincia de Buenos Aires.
E estas mediciones, la Argentina está lejos del líder (Singapur, con 24 megabits por segundo, al que sigue Chile con 20 megabits, en promedio), pero mejor que Brasil o Suecia (12 megabits) o Estados Unidos (10 megabits). Esto, siempre, en promedio, fuera del laboratorio (donde pueden llegar a 300 megabits) y sin mirar la cobertura, el punto más flaco del país: las telefónicas empezaron a desplegar su red a principios de año y deben cubrir todo el territorio nacional poblado (hasta pueblos de 500 habitantes o más) en los próximos cinco años.
Personal y Movistar dicen que ya tienen medio millón de clientes potenciales cada una (es decir, usuarios que tienen teléfonos compatibles con el 4G) pero sólo un 10% de esos clientes usa el servicio. Claro sigue desplegando su red, pero no hizo ningún anuncio específico, y dice que no hará una inauguración formal: los usuarios pueden cambiar su chip para acceder al servicio 4G, pero no habrá pitazo inicial para esa compañía.
Para 2020, entonces, habrá 4G en casi todo el país, si se cumplen los plazos que definió el Gobierno nacional. Ese mismo año, en el mundo, comenzará a funcionar el 5G... que además de permitir el revival de un viejísimo chiste relacionado con el juego fonético de esa letra y ese número, es una tecnología superadora: un gigabit por segundo de conexión, teórica y con viento a favor. ¿Para qué? Será posible descargar una película de alta definición en segundos, controlar un auto a distancia sin demoras (donde un milisegundo puede ser la diferencia entre la vida y la muerte), y todo tipo de dispositivos (la heladera, el reloj, el aire acondicionado).
Y la tele, claro: hoy estamos llegando a los videos en 4K, y las teles con 4K están logrando cierta popularidad, pero en Japón ya prueban con el 8K para transmisiones televisivas; en junio YouTube publicó el primer video en resta resolución (cada cuadro tiene una resolución de 8192 x 4320 píxeles, es decir, unos 35 megapixeles).
En teoría, además, es más eficiente en el uso de la energía, por lo que la batería del smartphone debería durar más. El que se venda entonces, porque los actuales no son compatibles todavía con 5G.
Mirá dos videos (en inglés) que muestra pruebas y avances en 5G:
Lo van a probar en el próximo Mundial de Fútbol en Rusia (2018) y en los Juegos Olímpicos de Tokio (2020); todavía no se sabe cuándo estará disponible en la Argentina, pero es probable que las telefónicas locales busquen primero recuperar los 2000 millones de dólares que pagaron por las frecuencias 4G y por la infraestructura de redes que, dicen, instalarán en los próximos 5 años.