Rubor y más rubor para vivir
Primero lo primero: ¿para qué sirve? El rubor da color. Una vez colocada la base de maquillaje -del mismo color de nuestra piel, ¡siempre!- y el corrector -un tono más claro-, pasamos a darle color al rostro. Lo más recomendable es tener dos tonos distintos, uno más oscuro que el otro.
Las preguntas más frecuentes en cuanto a la aplicación del rubor son:
¿Qué textura elijo?
Hay varias: polvo, mouse, cremosa, líquida. Vamos a las más utilizadas: polvo y cremosa.
¿Dónde lo aplico?
El color más oscuro va en la mejilla, desde bien cerca de la oreja hasta un poquito antes de llegar a la nariz. De esta manera los costados del rostro quedan con un tono más oscuro, dando una impresión afinada. El color más claro (siempre limpiando la brocha antes, para no manchar) va estrictamente en los pómulos, y se aplica en pequeños golpecitos, sobre el más oscuro. Nos va a dar efecto de frescura y piel saludable.
¿Uno para cada tipo de piel?
Exacto. El rubor en polvo se usa en pieles mixtas para opacar el brillo. En cambio, el cremoso queda bien en pieles secas y con poca luminosidad, donde necesitamos la textura cremosa para dar un brillo natural.
¿Con qué brocha aplico cada producto?
El rubor en polvo va con brocha de pelo natural. El tamaño de la brocha tiene que ser pequeño para evitar un manchón. ¡Nunca utilices la brocha grande que usás para la base en polvo en todo el rostro! El rubor cremoso va con brocha de pelo sintético o con los dedos, es muy fácil de manejar.
Como dijimos antes, la manera en que aplicamos el rubor va a darle a nuestro rostro diferentes aspectos: más suave, más fino, y con bordes más recortados. Andá probando hasta dar con el estilo que te va mejor.
No te pierdas las próximas notas de We love make up: maquillaje de día en cinco minutos y con tres productos, y más adelante, ¡todo sobre pinceles! Podés dejar tu consulta e inquietudes para que te respondamos en futuros artículos. ¡Hasta la próxima!
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