En el vasto escenario de las historias humanas, algunas se alzan como fueguitos que nunca se apagarán recordando la fuerza inquebrantable del espíritu. Iván Demirci, un chico argentino diagnosticado con Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD), es uno de esos fuegos. Su vida, plasmada en el documental Los silencios de Iván, trasciende fronteras y ahora, con su nominación a los Emmy Suncoast 2025 (que se celebran 6 de diciembre en Hollywood, Florida), se convierte en un símbolo de esperanza pero sobre todo de transformación.
A los 26 años, Iván no solo lidera su banda musical Iván y sus amigos, sino que también lidera una revolución silenciosa: la de cambiar percepciones, romper barreras y demostrar que el autismo no define límites, sino que abre puertas a nuevas formas de comunicación y expresión. Su historia es un testimonio de cómo la música puede convertirse en un lenguaje universal, un puente que conecta mundos aparentemente distantes.
Ricardo Demerci, el papá de Iván, tuvo una profunda charla con BigBang en la que contó con emoción cómo surgió la idea del documental: "No fue algo que planeáramos", confiesa. "La propuesta llegó desde el programa Corazones Guerreros en Estados Unidos. Ellos vieron en Iván algo inspirador, un ejemplo de que con esfuerzo, trabajo y apoyo todo es posible". Así comenzó la aventura de documentar la vida cotidiana de Iván: sus días en el centro de día, sus ensayos musicales y su conexión innata con los instrumentos.
El resultado fue un conmovedor retrato de 9 minutos y 31 segundos que captura la esencia de Iván: su pasión por la música, su perseverancia y su capacidad para tocar corazones. "Cuando me dijeron que el documental había sido nominado a los Emmy Suncoast, sentí que era otro triunfo para Iván", comparte Ricardo. Pero más allá del orgullo personal, subraya la importancia de este reconocimiento para el "universo del autismo", como él mismo lo calificó. Respecto a eso, expresó: "Es un mensaje para todas las familias que recién reciben un diagnóstico: con amor y trabajo, se puede allanar el camino".
Ricardo no pretende ser un gurú ni dar consejos definitivos a otros padres. Sin embargo, sus palabras resuenan con una sabiduría sencilla y poderosa: "Cuando recibimos el diagnóstico hace 24 años, casi no se hablaba de autismo en nuestro país. Lo primero que hicimos fue abrazar a Iván y trabajar en su autoestima. Nos enfocamos en lo que le gustaba y en lo que hacía bien".
Este enfoque, basado en el amor incondicional y la observación atenta, permitió a Iván ser y crecer: "Los profesionales son fundamentales, pero ellos trabajan unas horas a la semana. El resto del tiempo, la familia tiene un rol clave. Nosotros decidimos acompañarlo siempre, sin olvidarnos de vivir nuestra propia vida, porque si te apartás del mundo, le cargás una mochila al chico también".
El papá de Iván recuerda con gratitud cómo otras familias apoyaron a Iván durante su infancia. "Nunca me importaron las voces que decían 'no puede'. Siempre miramos hacia adelante. Iván tiene algo especial: una mirada que derrite corazones. No es el más simpático del universo, pero todos lo quieren", dijo con una mini carcajada de por medio.
Hablar con Ricardo es descubrir a un padre cuyo amor por su hijo trasciende lo cotidiano. "Iván es mi fuerza", afirma sin titubeos. "Mi fuerza es Iván. Iván me cambió la mirada. Yo era un tipo antes de Iván y soy un tipo después de Iván. Yo pensaba que era un tipo que me interesaba el resto, pero lo yo veía mi ombligo, no veía nada. Iván me enseñó a ser solidario. Iván me enseñó a mirar a las personas y no a los diagnósticos. Yo aprendí con Iván, para mí Iván es mi ángel en la tierra. Iván es una cosa indescriptible", dijo emocionadísimo.
Además, describe momentos inolvidables, como aquel recital frente al Congreso por el Día del Autismo, donde miles coreaban el nombre de Iván: "Iván vibra con la música; es su esencia. Desde pequeño percusionaba con cualquier cosa que tuviera a mano. Por eso apostamos por la música: era su fortaleza".
Pero Ricardo también reconoce los desafíos del camino: "No es fácil. El camino es muy difícil y hay mucho por mejorar en nuestro país". Sin embargo, mantiene una visión optimista: "Estamos en el camino correcto. Hay más instituciones y recursos para familias, pero aún falta empatía y compromiso social".
Para Ricardo, el verdadero cambio comienza cuando transformamos la discapacidad en una política de Estado. Esto implica no solo financiar terapias y recursos para familias con bajos recursos, sino también preparar a las personas con discapacidad para una vida adulta plena e integrada: "Hay que darles las mismas oportunidades laborales que a cualquier otra persona", enfatiza.
Este papá no busca beneficios personales; su lucha es por todas las familias que enfrentan obstáculos económicos o sociales: "El diagnóstico es solo eso: un diagnóstico. Lo importante es mirar a las personas y trabajar sobre sus fortalezas", dijo como si fuera una de las pocas certezas que recorre su ser.
La vida de este músico argentino es un recordatorio de que cada persona tiene el potencial de transformar al mundo y, con su nominación a los Emmy Suncoast, Argentina entera celebra el talento, el poder del amor, la perseverancia y la comunidad organizada para la justicia social que genera el acceso a la salud pública para todos y todas.
Es que, en un mundo que etiqueta y juzga, Iván invita a detenerse y escuchar los silencios llenos de sentido. Su música resuena como un eco profundo que recuerda lo esencial: mirar más allá del diagnóstico, ver a las personas y, en ese amor incondicional, se pueden encontrar las claves para construir una sociedad más inclusiva, empática y humana. Porque como Iván Demirci demuestra con cada nota que toca, todo es posible cuando se mira con el corazón.