Tiene muchos aspectos: físicos, técnicos, estratégicos, modos de alcanzarlo. También un misterio para algunas que, increíblemente, no lo vivenciaron jamás. Pero sin duda, es uno de los mejores estados generales que puede alcanzar el cuerpo. Albert Pocej es uno de los fotógrafos europeos más reconocidos y se propuso fotografiar una serie de mujeres en ese trance que lo refleje. Como antecedente artístico, recordamos el experimento realizado por una productora neoyorquina en 2013, donde decenas de mujeres parodian el famoso orgasmo de la película Cuando Harry conoció a Sally.
El artista consideró esta serie como un desafío. Después de una idea con la que se despertó a una mañana, supo que sería su próximo proyecto, así que se decidió a explorar el orgasmo femenino con su lente. ¿La parte difícil? Encontrar modelos que se presten a participar, porque la idea es que fuera un orgasmo real, logrado a través de la masturbación.
Una compositora.
En principio, llamó a las que que conocía pero no logró respuesta positivas. Finalmente realizó una convocatoria y encontró 20 mujeres que aceptaron participar en la sesión. A último momento, cinco se arrepintieron y finalmente quedaron 15 que lograron relajarse y prestar su éxtasis a la captura de imagen.
En el camarín.
Lo interesante es que se trata de orgasmos reales. Para colaborar con la creación del ambiente y lograrlo, Pocej programó la cámara para disparar una foto por segundo. En algunos casos, reconoció que no fue necesario y pudo captar manualmente los mejores momentos de cada secuencia.
¡Cuánta felicidad!
El proyecto es original y para el artista no es un cliché más, porque todas las personas son diferentes, y también lo son sus orgasmos. Lejos del porno y cerca del erotismo más natural, indudablemente es necesaria una mezcla de valentía y desprejuicio para dejarse fotografiar en ese momento.