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Zonas erógenas poco frecuentes que pueden subir la excitación

El cuerpo entero puede ser una zona erógena extensa. Hay puntos específicos que pueden ayudarte a salir de la rutina.

04 Octubre de 2016 02:32
Zonas erógenas poco frecuentes que pueden subir la excitación
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Casi todas las parejas le tienen terror a la rutina, y es lógico. Si bien es muy placentero que una pareja nos conozca tan bien que sepa exactamente qué hacer para que lleguemos al clímax, por otro lado, muchas parejas terminan haciendo siempre lo mismo en la cama.

Y así, dejan de lado ciertas zonas del cuerpo que pueden provocar sensaciones muy placenteras, y solo se centran en la boca, el pecho y los genitales.

Pero el cuerpo es un territorio a explorar, con zonas erógenas que a veces no se tienen en cuenta ¡y que pueden dar resultados muy excitantes!

Abrí nuevas fronteras.

Las rodillas, aunque no parezca, pueden ser un espacio de placer. La cara interna (hueco poplíteo) de las rodillas tiene un tejido sensible a los estímulos. Allí las caricias tienen que ser suaves, porque es un área delicada.

¿Qué tal unos masajes en la cabeza? Puede que los odies o los ames, pero para quienes disfrutan que les acaricien el pelo o la cabeza, ese momento es muy erógeno. Los escalofríos que provocan esas caricias pueden despertar la excitación sexual, la gran cantidad de terminaciones nerviosas que hay en la cabeza la convierten en una parte del cuerpo muy sensible al taco.

Depende de vos.

El periné, la zona que se encuentra entre el final de los genitales y el ano, es muy placentera y muchos la pasan por alto. Para estimularla las caricias deben ser rotatorias. También es buena la presión suave con los dedos, o con algún juguete sexual para aumentar la estimulación.

Para terminar, la espalda. Nos olvidamos de ella, pero hay que tenerla en cuenta. Desde la nuca hasta el coxis, la espalda está repleta de puntos erógenos. No tiene nada que ver con un masaje profundo, sino con estimularla a base de caricias.

Entre los dos.

Imaginate líneas en la espalda y recorrelas con tu lengua, ¿por qué no, con pequeños mordiscos?

Atrevete.

Vamos, ¡el cuerpo está para ser disfrutado, entero!