La Confederación General del Trabajo (CGT) atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente. La salida de Héctor Daer y ahora la de Carlos Acuña del triunvirato que lidera la central obrera, junto con el desinterés de Hugo Moyano por mantener a su representante en la conducción (Jorge Argüello), ha desatado una intensa disputa interna por el futuro liderazgo del movimiento sindical más importante del país. Este proceso de renovación, que se concretará en noviembre con las elecciones del Consejo Directivo, promete marcar un antes y un después en la estructura de poder de la CGT.
El debate no solo se centra en los nombres que podrían asumir el mando, sino también en el modelo de conducción que se adoptará. Desde 2016, la CGT funciona bajo un esquema de triunviratos, pero ahora gana fuerza la posibilidad de regresar a una jefatura unipersonal, algo que no ocurre desde los tiempos de Saúl Ubaldini en los años 80.

Es por eso que la danza de nombres ya está sucediendo. Uno de los principales candidatos a suceder a Daer es Jorge Sola, actual portavoz de la CGT y representante del gremio del Seguro. Solo cuenta con el respaldo del propio Daer y es visto como una figura capaz de liderar una conducción unificada. Sin embargo, Cristian Jerónimo, del sindicato de empleados del Vidrio (Seivara), emerge como un contendiente fuerte, impulsado por Gerardo Martínez (UOCRA) y con el visto bueno de sectores cercanos a... la dirigencia de Casa Rosada: desde el Ejecutivo, particularmente desde el ala "dialoguista" encabezada por el secretario de Trabajo Julio Cordero, observa con buenos ojos la candidatura de Jerónimo.
La llegada de Milei al poder reconfiguró como nunca las alianzas dentro de la CGT: los "gordos" (Daer y Armando Cavalieri) de la central obrera adoptaron una postura opositora frente al nuevo gobierno y Hugo Moyano optó por un enfoque más dialoguista. Este giro estratégico responde en gran medida a la crisis que atraviesa la obra social de Camioneros (Oschoca), administrada por Liliana Zulet, esposa del líder camionero. En este contexto, Moyano busca evitar confrontaciones con La Libertad Avanza y no muestra interés en mantener a su gremio en la jefatura de la CGT.
De hecho, Moyano parece más dispuesto que nunca a pactar con los "gordos" para definir un nuevo formato de conducción para el período 2025-2029. Su única exigencia sería garantizar un espacio para su hijo menor, Jerónimo Moyano, como secretario de Juventud en el próximo Consejo Directivo.
Otro actor clave en esta disputa es Luis Barrionuevo, líder del sindicato gastronómico y figura histórica dentro del movimiento sindical. Aunque su influencia disminuyó significativamente desde los días en que lideraba la "CGT Azul y Blanca", Barrionuevo sigue siendo un jugador relevante. Su principal apuesta es mantener un esquema de conducción colegiada, aunque ya no con Carlos Acuña como su representante.
Barrionuevo cuenta con conexiones estratégicas dentro del Gobierno, como su vínculo con el ministro de Salud, Mario Lugones, y su participación en la Fundación Güemes. Estas relaciones le otorgan capacidad de maniobra para influir en las decisiones sobre el futuro liderazgo de la CGT.
La posibilidad de volver a una conducción unipersonal plantea un desafío significativo para la CGT. La última vez que se intentó una jefatura única fue durante el liderazgo de Hugo Moyano en los 2000, pero aquella experiencia dejó heridas abiertas entre los distintos sectores.
En este contexto, la elección del próximo secretario general será crucial no solo para definir el rumbo de la CGT, sino también para determinar su capacidad de enfrentar los desafíos que plantea el gobierno libertario que ya decretó nulo el derecho a huelga, llevó adelante cientos de miles de despidos de trabajadores del Estado y promete terminar con cualquier financiamiento a estructuras como hospitales y universidades públicas. La CGT se encuentra ante una encrucijada histórica: optar por la continuidad del modelo colegiado o apostar por una figura única que pueda concentrar el poder y liderar al movimiento obrero en tiempos políticamente turbulentos.