Más
Show
Éxtasis

Amor a Roma: la banda tucumana que propone un viaje pendular entre la ciudad y el cosmos

Están de gira por CABA.

20 Noviembre de 2025 16:15
Amor a Roma

La noche era perfecta: vientito en la cara, olía a primavera, las veredas resplandecían y, en en las inmediaciones del bar Gregón, ya estaban los y las integrantes de la banda tucumana Amor a Roma que, con valentía y predisposición viajó unas 12 horas con instrumentos a cuestas para presentarse en varios rincones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pasadas las 10 de la noche, la banda ofreció un viaje filosófico, un péndulo que osciló entre lo cotidiano y lo cósmico, entre lo urbano y lo salvaje. 

Federico Falcón, vocalista y compositor de la banda, se convirtió en el guía de esta travesía sonora, llevando a quienes lo escucharon a reflexionar sobre el movimiento constante de la vida y la importancia de no perder la esencia en el camino. Desde el primer acorde, quedó claro que esta banda no solo propone música, sino también una experiencia. 

Falcón con voz cálida y presencia magnética, charló después del show con BigBang, y recordó que la vida misma es un movimiento pendular: "Me gusta ir de un lado para otro, pero sin perder el control", confesó. Y esa filosofía se siente en cada canción: un vaivén que explora extremos sin caer en el caos, un balance entre lo nuevo y lo aprendido.

El público fue testigo de cómo este péndulo creativo ha llevado a Falcón desde los ritmos afrolatinos de Mano e' Mono -banda con la que tocó ininterrumpidamente por 25 años y con la que cosechó cinco discos- hasta el electropop introspectivo de Amor a Roma: "Estoy en otra búsqueda", dijo copa en mano, y esa búsqueda se traduce en sonidos que parecen surgir tanto de las máquinas como del corazón del monte. Porque Falcón, como buen norteño, lleva el monte en la piel y lo plasma en su música, mezclando lo electrónico con los sonidos orgánicos de su entorno.

Detrás de esta propuesta artística hay una filosofía de vida que Falcón ha cultivado durante más de tres décadas: la autogestión. "Gestionar todo es un acto de amor y resistencia", afirmó con convicción. Desde los ensayos hasta las giras, Amor a Roma es un proyecto que respira independencia y pasión. El viaje desde Tucumán hasta Buenos Aires, parando en Córdoba para tocar y seguir adelante, es un reflejo de esa voluntad inquebrantable por llevar su música a más rincones.

En tiempos donde la industria musical parece priorizar métricas y tendencias vacías, Amor a Roma se planta como un acto rebelde: "Falta alma y espiritualidad en el mainstream", lamentó Falcón, pero su música es una respuesta directa a esa carencia. Cada canción es un recordatorio de que el arte debe conmover, debe vibrar en el pecho y erizar la piel: "Está todo como descremado. Le falta power, le falta por ahí picante, condimento, por supuesto que hay excepciones. El mainstream hoy por hoy de la industria musical está pidiendo todo ya, vuelta y vuelta", dijo. 

Amor a Roma sigue su gira por CABA y termina en El Inmigrante a las 21 horas

Más allá de lo musical, Falcón invita a reflexionar sobre el rol del arte en un mundo convulsionado. "El arte existe para ponerle un velo a la muerte", sentenció durante la charla. Y esa frase resuena en cada nota de Amor a Roma, en cada letra que habla del amor, del desamor, de los olores y sabores que conforman nuestras vidas.

En una época marcada por la individualidad extrema y las crisis globales, este bandón tucumano propone un camino colectivo: "Nosotros los artistas tenemos una responsabilidad muy fuerte para mejorar los tiempos que nos angustian", afirmó Falcón con una sinceridad desarmante. Su música es una forma de tejer redes, de generar esperanza en medio del caos.

Amor a Roma está integrada por Ignacio Suárez Araujo (guitarra), Federico Falcón (voz y teclado), Lucas Barrionuevo (bajo), Juan Martín Falcón (batería y máquinas)

La noche de Gregón se colmó con una explosión de sonidos electrónicos mezclados con grabaciones del monte tucumano: pájaros, ramas cayendo, el viento entre los árboles. Fue un jornada que encapsuló perfectamente el espíritu pendular de Amor a Roma: un equilibrio entre lo humano y lo natural, entre lo tecnológico y lo ancestral.

Las luces se apagaron y cada espectador eligió un camino diferente, para volver a casa o seguir la noche, pero sí hubo un sentimiento general: la certeza de haber sido parte de algo más grande que un simple show. Amor a Roma hizo viajar a todos y a todas desde el monte tucumano a la grandilocuente Ciudad de Buenos Aires... Nos llevó de viaje al cosmos y nos recordó que, en ese viaje pendular, lo importante es no perder la ternura ni la pasión.