Mientras el Gobierno insiste en que las reservas alcanzan y promete vender "hasta el último dólar" para sostener la banda cambiaria, el economista cercano a Javier Milei, Juan Carlos de Pablo, reconoció la incertidumbre sobre la sostenibilidad del esquema y hasta deslizó la posibilidad de un nuevo default. El derrumbe financiero de los últimos días no solo golpeó a los mercados sino también al discurso oficial. En medio de la corrida cambiaria, el economista De Pablo, amigo y referente intelectual del presidente, lanzó duras advertencias que desnudan la precariedad del plan económico libertario-
Incluso, hasta contradijo el discurso de seguridad transmitido por el Gobierno de la mano de su ministro Economía, Luis Caputo. "No tenemos cómo saber si esto es sostenible hasta las elecciones", reconoció De Pablo en diálogo con El Destape AM al referirse a la flotación del dólar entre las bandas del Banco Central. Y, consultado sobre si las reservas alcanzarán para sostener el precio de la divisa en el techo de la banda, fue tajante: "Lo sabe Dios". Las palabras del economista llegan justo cuando el Banco Central se desprendió de más de 400 millones de dólares en apenas dos días para frenar la presión cambiaria.
Mientras tanto, el ministro de Economía, Luis Caputo, buscó transmitir calma en una entrevista con el streaming Carajo, donde afirmó que se "venderá hasta el último dólar en el techo de la banda". La frase, que pretendía ser tranquilizadora, fue interpretada por analistas como una admisión de desesperación y un riesgo creciente de vaciamiento de reservas. Lejos de validar esas declaraciones, De Pablo las relativizó con ironía. "¿Qué querés que diga?", respondió con resignación al ser consultado sobre el compromiso del ministro. Y agregó un dardo que expone la inconsistencia del discurso oficial: "Los presidentes siempre dicen que lo peor ya pasó".
Y añadió: "Y los ministros de Economía dicen que no van a devaluar. No tiene ningún valor eso". Incluso ironizó sobre Caputo: "Capaz se toma un whisky a la mañana". Pero el golpe más duro de su intervención fue su referencia a la deuda. Al analizar la incertidumbre sobre los vencimientos de enero, De Pablo planteó sin rodeos el fantasma de un nuevo default. "El Gobierno deberá convencer a los actuales tenedores de cambiar títulos por otros y, si no, declarar el default. No hay mucha alternativa", advirtió. Y remató con crudeza: "¿Qué tiene de sorprendente que si el Gobierno no tiene para las renovaciones tenga que hacer un corte de manga?".
Mientras Milei y Caputo insisten en que "la macroeconomía está muy sólida" y denuncian un supuesto "ataque político" para justificar el desplome de bonos y acciones, el propio entorno presidencial admite que el esquema pende de un hilo. Las reservas se esfuman a un ritmo alarmante, los mercados descuentan un ajuste insostenible y hasta los aliados más cercanos reconocen que la Argentina podría volver a caer en default. Lo que para el oficialismo es una cruzada contra el "comunismo" y los últimos 100 años de decadencia, para la City es un callejón sin salida. La crisis dejó expuesta la fragilidad de un programa que ni siquiera los amigos del Presidente se atreven a defender.