La serie Menem en Prime Video se convirtió rápidamente en un éxito. Pero más allá del repaso por la vida política de Carlos Menem, la producción abrió nuevamente la puerta a uno de los aspectos más controvertidos y fascinantes de su entorno: el vínculo con el esoterismo. Allí, emerge con fuerza la figura de Azucena Agüero Blanch, popularmente conocida como "la bruja del poder", una mujer que dejó su marca en la década del '90 por su cercanía con el entonces presidente.
Lejos de ocultarlo, Menem hablaba abiertamente de su relación con ella. En varias entrevistas admitió que solía consultarle antes de tomar decisiones importantes. Ese nivel de confianza la llevó a ser renombrada en los medios, y ahora, con la serie su nombre vuelve a instalarse en la conversación pública.
Azucena prefería autodenominarse "maga", no "bruja". Afirmaba que un verdadero mago trabaja con "el conocimiento del saber mágico" y que, en su caso, usaba ese poder sólo para el bien, nunca para hacer magia negra. Según relataba, descubrió su don a los cinco años, cuando empezó a anticipar visitas y sucesos.
A los 16, ya se había formado en astrología, parapsicología y magia en la Orden Hermética Plateada de México. Esa preparación la llevó a construir una carrera que cruzaría fronteras y despertaría tanto devoción como sospechas.
Con tono pausado, lenguaje ceremonial y una presencia envolvente, Azucena fue tejiendo relaciones que pasaron lo profesional y espiritual. Ella misma lo reconoció: fue amante de Menem durante siete años: "Fue el gran amor de mi vida", declaró recientemente. Y recuerda con nostalgia aquellas visitas a la Quinta de Olivos, donde no sólo era convocada por sus habilidades esotéricas, sino también por su compañía.
Durante los años 90, se convirtió en una figura mediática. Participaba en programas de televisión, hacía predicciones y su fama crecía al ritmo del mito. La más impactante: haber anticipado la muerte de Carlitos Menem Jr., a quien le advirtió —según ella— que no volara ese día en helicóptero.
Quienes no creían en lo espiritual la tildaron de "chanta", pero su presencia en el círculo más íntimo del poder nunca fue negada del todo: "Jamás me equivoco", repitió más de una vez ante las cámaras. Carismática, segura, y con una intuición que, según ella, no fallaba.
Una mujer fuera de época
Nacida en Buenos Aires y actualmente radicada en Mendoza, Azucena Agüero Blanch nunca dejó de ejercer como consejera espiritual. Asegura que su don es innato, que trabaja únicamente con magia blanca, y que jamás le cobra a quien no puede pagar: "La energía no se negocia, se transmite", sostiene.
Con el estreno de la serie Menem, Azucena volvió a los medios. En la ficción, aparece representada como una pieza clave dentro del engranaje presidencial, algo que ella misma validó públicamente: "Todo eso pasó, y mucho más también", afirmó en una de sus últimas entrevistas.
Hoy, con más de 80 años, sigue reivindicando el legado del ex presidente, se declara admiradora de Javier Milei —"porque es valiente", dijo—, y continúa atendiendo consultas en su casa mendocina. También pinta, participa en ferias de tarot y brinda entrevistas en las que entrelaza anécdotas del pasado con análisis del presente.
La historia de Azucena Agüero Blanch dice mucho más sobre la Argentina de lo que parece. En un país donde lo racional convive con la fe popular, y donde las decisiones de Estado pueden pasar por un altar de incienso, su figura funciona como un espejo cultural: incómodo, místico y profundamente real.