Hay momentos en los que la vida obliga a frenar. Mirar atrás, reconocer el paso del tiempo y entender que envejecer no es una derrota, sino una forma más de seguir viviendo. En una sociedad que rinde culto a la juventud y teme a las arrugas, hablar de vejez parece casi un acto de rebeldía. Sin embargo, cada día nacen menos niños y los adultos mayores viven más tiempo: Argentina se encamina a ser un país viejo, con desafíos culturales, sanitarios y políticos que todavía no se asumen.
BigBang dialogó con el médico clínico y gerontólogo Carlos Presman (MP 17871) que analizó cómo este cambio demográfico pone en evidencia la falta de políticas públicas y el profundo desprecio cultural hacia la vejez, lo que él llama "gerontofobia".
"La Argentina envejece en términos de que cada vez hay menos natalidad y cada vez los viejos viven más. Hoy la esperanza de vida está cerca de los setenta y ocho años para Argentina promedio -ochenta para las mujeres, setenta y cinco para los varones- y cada vez hay menos natalidad", comenzó contextualizando sobre lo que pasa actualmente no sólo a nivel global sino en en Argentina y siguió: "Es una sociedad que envejece sin recambio, y eso tiene consecuencias previsionales, urbanísticas, culturales y sanitarias".
En ese sentido, advirtió que "con el envejecimiento poblacional aparecen enfermedades propias de los adultos mayores, donde también aparece una enfermedad que es cada vez más prevalente entre los adultos mayores, que son los cánceres".
Presman también se detuvo en la mirada social sobre la vejez, un tema que atraviesa desde el lenguaje hasta las prácticas cotidianas: "Le decimos 'gerontofobia', algunos le dicen 'viejismo', no tiene un término preciso, pero básicamente es algo cultural que se instala desde chiquitos cuando no tomás la sopa y te viene a buscar el viejo de la bolsa, no el joven de la bolsa. O cuando se pone en verde el semáforo y el de adelante no arranca y decís esta vieja del ort*", ejemplificó sobre lo que sucede culturalmente con la mirada negativa a envejecer y continuó: "Siempre discriminamos, consideramos un desvalor la vejez. Las mismas autoridades dicen 'los viejos meados'. Entonces, esa idea cultural de que la vejez es algo horrible, feo, ignorante, discapacitante, se genera culturalmente", señaló.
En la misma línea, el profesional agregó: "Esa gerontofobia también impacta en los ámbitos sanitarios. 'No, qué le vamos a internar si tiene ochenta años', o 'por qué le vamos a hacer un trasplante si tiene tal edad'. Hay que cambiar culturalmente el concepto de vejez entendiendo que no hay edades, hay funciones".
Sobre si el envejecimiento poblacional debe verse como una oportunidad o como un problema, el médico fue contundente: "Las dos cosas. Es una realidad. Hoy, en el mundo, se está produciendo una transformación demográfica de envejecimiento poblacional. Argentina no es ajena a esa revolución, y eso es un desafío cultural si encarnamos que el viejo soy yo más tiempo". Una vez más, el gerontólogo invitó a comprender que se trata de una unión, y de que todos en la sociedad van hacia un mismo destino: "Hay que entender que la vejez es un éxito colectivo. Esta dificultad también puede ser una oportunidad desde todos los puntos de vista. Hoy se habla de una economía plateada, que implica transformaciones económicas alrededor de los adultos mayores".
Cuando se le preguntó qué políticas públicas hacen falta para acompañar este proceso, Presman no dudó en señalar al Gobierno de La Libertad Avanza liderado: "Todo lo contrario a lo que está haciendo (Javier) Milei", dijo e intentó descomprimir con risas la triste realidad que atraviesan los adultos mayores en el país. "Lo que ha demostrado evidencia que mejora las condiciones de vida de los pacientes adultos mayores son las políticas públicas, el rol del Estado en garantizar el derecho a la salud, la accesibilidad a los medicamentos, la atención médica, la cultura. Todos esos aspectos son universales para todos los sectores sociales cuando interviene el Estado".
Con un presidente que desea privatizar cada ámbito estatal, el entrevistado fue contundente: "La atención del adulto mayor es muy costosa, y el sector privado no puede asumir esa responsabilidad ni tiene un fin de lucro que contemple el cuidado de la salud", dijo y planteó: "En Argentina, por ejemplo, el PAMI. Entonces, fortalecer la estructura brindándole recursos y haciéndolo más eficiente".
En esa misma línea, advirtió que el sistema de salud todavía está "con un paradigma de adulto", aunque reconoció que comienzan a verse transformaciones. "Hoy ya tenés en las grandes instituciones sanatoriales un servicio de geriatría. La mayoría de los consultorios médicos están ocupados por adultos mayores. Se está viviendo una geriatrización de la medicina", señaló.
La vejez y el cáncer
Carlos Presman también abordó el vínculo entre vejez y cáncer. "No es que envejecemos por el cáncer, sino que el envejecimiento se acompaña con mayor prevalencia de esta enfermedad", explicó, y agregó: "La palabra viejo tiene una connotación negativa, y la palabra cáncer también. Pero hoy tenemos que hablar de los cánceres como enfermedades crónicas".
Si bien muchas veces se asocia la palabra cáncer con muerte, el entrevistado sacó cierto peso a una enfermedad que se volvió más crónica que letal: "Antes te diagnosticaban VIH y era muy probable que fallecieras. Hoy es una enfermedad crónica, como la diabetes o la hipertensión. Lo mismo ocurre con el cáncer: el diagnóstico temprano, las técnicas quirúrgicas, radioterapéuticas y farmacológicas lo han transformado en una enfermedad crónica".
En ese sentido, destacó la importancia de la prevención: "Diagnóstico temprano, pero también condiciones de vida. Mantener una buena actividad física fortalece la respuesta inmune y prevenir el cáncer, prevenir el sobrepeso, y sobre todo, la sociabilidad". En este último punto, se detuvo para explicar qué impacto negativo puede tener la soledad en las personas adultas: "Mantenerse integrado socialmente disminuye las probabilidades de cáncer, porque la soledad opera como un mecanismo de inflamación crónica. La amenaza de sentirse solo genera depresión, y la depresión hace más prevalente la irrupción del cáncer".
En este punto, también resaltó la importancia de la valoración geriátrica como una herramienta clave para humanizar la medicina y evitar intervenciones innecesarias: "Muchas veces, en un paciente muy mayor, vos diagnosticás un cáncer, el que fuere, y, según la bibliografía y la mejor evidencia que tenés, conviene no hacer nada", dijo y explicó cómo funciona: "Vos hacés una valoración geriátrica y, a la edad del paciente, le ponés una serie de aditamentos que te permiten establecer si corresponde o no determinado tratamiento según esa valoración integral que hacemos del adulto mayor", explicó. Con esta mirada, el médico plantea un cambio de paradigma: no se trata sólo de prolongar la vida a cualquier costo, sino de priorizar la calidad, el bienestar y la autonomía de las personas mayores frente a decisiones clínicas complejas.
Para Presman, el gran obstáculo sigue siendo cultural: "Si vos creés que los viejos son descartables, entonces ¿para qué le vas a hacer estudios preventivos? El primer cambio debiera ser cultural, entendiendo que la expectativa de vida en la Argentina es de ochenta años para las mujeres. Hay que adaptar las políticas públicas a una población añosa y construir una serie de lazos inclusivos que hagan a la sociedad diversa, con inclusión del adulto mayor".
Y, frente a una sociedad que infantiliza o descalifica a los mayores, el médico fue tajante: "El diablo sabe por diablo, pero más sabe por viejo. Cualquier persona que accede a los setenta u ochenta años puede tener cualquier característica, menos ser un tonto", confesó y dejó en claro que los años traen enseñanzas: "Hay una sabiduría del vivir que le permitió llegar a esa edad, y ese saber es sobre el cuál uno debiera apoyarse como médico para que la persona pueda vivir lo mejor posible".
Antes de cerrar, Presman derribó uno de los mayores prejuicios: "Que los viejos son asexuados. Siempre pensamos, además de infantilizarlos, que no tienen sexo, y no. Los adultos mayores desean, tienen su sexualidad y hay que comprenderlos en ese aspecto también".
La vejez, entonces, no es una tragedia, sino una conquista. En una Argentina que envejece con una baja en la tasa de natalidad, el desafío ya no es sólo vivir más, sino vivir mejor. Carlos Presman lo resumió con una frase que interpela a todos: "La vejez es un éxito colectivo". Y quizá el verdadero problema no sea envejecer, sino no saber acompañar a quienes lo hacen con dignidad.