La comunidad de Longchamps está atravesada por el luto, la bronca y la impotencia tras la trágica muerte de Valentina, una adolescente de 18 años que decidió quitarse la vida luego de meses de hostigamiento, amenazas y control psicológico por parte de su ex pareja, un hombre de 26 años que, según denuncia su familia, no aceptaba la ruptura y la acosaba permanentemente. "Ella toma la decisión de quitarse la vida tras tres llamadas de él. Hubo dos que contestó. Las tres fueron seguidas. Él la llamó por Instagram porque ella lo tenía bloqueado y tenía borrado su número", expresó con dolor Yamila, su hermana, en diálogo con el portal local De Brown.

Su testimonio es el grito desesperado de una familia que exige justicia y que, lejos de aceptar el cierre del caso como un suicidio, reclama que se investigue como instigación al suicidio. "Valentina no se quitó la vida porque estaba deprimida sino que fue por esta persona que no paró de trabajar en su cabeza a tal punto que la única salida que encontró mi hermana fue la muerte porque ya no podía más con esa persona. Cada vez que ella intentaba tener otra relación con otra persona, era un tormento de él, de amenazas, de decirle: 'te veo con alguien y te mato'. Ella estaba rodeada por él. Él tenía un control total y absoluto de ella", relató.
De acuerdo con el testimonio de Yamila, la ex pareja de su hermana "vive a la vuelta" de su casa. "Pasaba todo el tiempo por la casa de mi mamá", declaró. Valentina era una chica alegre, con sueños de abrir su propio emprendimiento de ropa y conseguir su primer trabajo. Pero en los últimos meses, todo cambió. El encierro, las excusas, el aislamiento. "Estaba dentro de mi casa y no quería salir. Pensamos que era algo de ella. Ponía excusas: 'me duele la muela. No quería ir a la escuela. No quería ir a ningún lado", relató la joven al hablar del estado de ánimo de su hermana.
El hombre que había sido su novio se había convertido en su verdugo. "Unos días antes, sus compañeras la vieron. Él la subió al auto a la fuerza y le golpeó el brazo. Ya había pasado otras veces. Cada vez que intentaba rehacer su vida, él le decía: 'Si te veo con alguien, te mato'", contó su hermana. Y agregó: "Pasaba todo el tiempo por la casa de mi mamá. Tenía un control absoluto sobre ella. No paraba. No la dejaba en paz. Mi hermana murió por él. Y no puede quedar impune". El acoso era constante, asfixiante, brutal. En los chats que sus amigas compartieron con la familia, Valentina dejaba ver el infierno que vivía: "Si salgo, me mata. Tengo miedo. No sé qué hacer".
El 1 de mayo, Valentina atendió dos llamadas de su ex pareja. Fueron tres en total, todas seguidas. Las recibió por Instagram. Por ahí él aún podía alcanzarla. Ella ya había intentado cortarle todos los caminos, pero él seguía llegando. Minutos después de esas llamadas, Valentina tomó la decisión más dolorosa. "Pasaba todo el tiempo por la casa de mi mamá. Tenía un control absoluto sobre ella. No paraba. No la dejaba en paz. Mi hermana murió por él. Y no puede quedar impune", dijo Yamila y añadió: "La única salida que encontró mi hermana fue la muerte porque ya no podía más con esa persona".
La familia de la víctima insiste que Valentina no se quitó la vida por un cuadro de depresión, sino que fue la desesperación la que la llevó por ese camino. El expediente está en manos del fiscal Juan Manuel Baloira, de la Unidad Funcional de Instrucción N.º 3 de Almirante Brown. Por ahora, la causa fue caratulada como "suicidio". Pero la familia exige que se investigue a fondo y que se avance con otra figura: la de instigación al suicidio. Las pruebas, insisten, están. Y los antecedentes también. Valentina tenía apenas 18 años. Su familia insiste: no murió sola, la empujaron. La justicia debe mirarlo de frente. Porque lo que ocurrió en Longchamps no fue un final inevitable. Fue un crimen.