El fútbol argentino se vistió de luto ante una tragedia tan inesperada como desgarradora: Camilo Ernesto Nuin, mediocampista de la Reserva de San Telmo, falleció a los 18 años mientras era operado de una lesión en la rodilla. La noticia, confirmada este miércoles por el club de la Isla Maciel, sacudió al mundo del deporte y dejó una estela de congoja en todos aquellos que lo conocieron, dentro y fuera de la cancha. "Con profundo pesar informamos el fallecimiento de Camilo Ernesto Nuin", comunicó San Telmo, decretando el cierre de sus instalaciones por duelo. "Acompañamos en este difícil momento a su familia, amigos y compañeros".
Camilo estaba siendo intervenido quirúrgicamente por una lesión en los meniscos y ligamentos cruzados. Según trascendió, la intervención era de rutina, pero el joven nunca salió del quirófano. Hasta el momento, no se dio a conocer la causa oficial del deceso, lo que acentúa el impacto de su partida y abre interrogantes que conmueven aún más al ambiente futbolístico.
Nacido el 9 de agosto de 2006 en San Antonio de Padua, Nuin era zurdo, talentoso, temperamental y portador de la mítica 10, una camiseta que en su caso no era un número: era identidad. Había pasado por las divisiones inferiores de Boca Juniors, luego por Independiente, y desde 2022 defendía los colores de San Telmo, donde disputó 82 partidos en juveniles y Reserva, anotando tres goles. "Compartimos horas con él, en el vestuario, en cada entrenamiento, en cada tarde defendiendo los colores del club", lo despidió el sitio partidario @soydetelmo. "Fueron 82 partidos vistiendo la camiseta de San Telmo, dejando todo por estos colores", agregó.
Su talento y constancia lo habían convertido en una pieza clave del equipo, y aunque una lesión lo había apartado temporalmente de las canchas, nadie imaginó que ese sería el último capítulo de su historia con la pelota. En diciembre de 2019, cuando se despidió de Boca en sus redes, Camilo escribió con emoción: "Me voy tranquilo por haber hecho las cosas bien. Hoy cerré esta puerta y abrí otra, con las mismas ganas y la misma ilusión". Ese mismo espíritu lo llevó a Independiente y luego a San Telmo, donde su sueño de llegar a Primera seguía intacto. Camilo vivía para el fútbol. Cada paso lo acercaba a su meta.
Cada entrenamiento era un ladrillo en el camino que construía con paciencia. Pero una lesión lo obligó a frenar, y en ese alto, el destino le jugó su peor partido. El fallecimiento de Nuin ocurrió pocas horas antes de un partido de la Reserva de San Telmo contra Defensores de Belgrano. Sus compañeros, que se enteraron de la noticia en la concentración, quedaron devastados. El club suspendió sus actividades y varios equipos del fútbol argentino, entre ellos Almagro y la Comisión de Fútbol Juvenil e Infantil de AFA, enviaron sus condolencias. "Desde el Club Almagro lamentamos la triste situación que le toca vivir a toda la familia del Candombero. Mucha fuerza".
No hay palabras que alcancen cuando el fútbol pierde a un chico de 18 años. Camilo Nuin no era solo una promesa: era un pibe con sueños, con historia, con esfuerzo detrás. Un hijo, un amigo, un compañero. En tiempos donde el fútbol suele asociarse al negocio y al ruido, tragedias como esta devuelven la mirada a lo esencial: los que corren detrás de una pelota también sangran, también lloran, también se van antes de tiempo. Camilo Nuin se fue mientras intentaba volver. Hoy, el Candombero lo despide con el alma rota, y el fútbol argentino lo llora como se llora a los suyos: con el corazón quebrado, en silencio, con respeto.