El caso Jeffrey Epstein, un nombre que resuena como un eco macabro en los pasillos del poder, ha vuelto a sacudir la esfera política y social de Estados Unidos. El Departamento de Justicia anunció la existencia de más de un millón de documentos adicionales relacionados con el magnate, documentos que podrían contener secretos capaces de estrellar la gestión actual del presidente Donald Trump por posibles implicancias en el caso de corrupción de menores.
La fiscal general Pam Bondi confirmó que los archivos estaban bajo custodia del FBI y la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York. En un comunicado oficial, aseguró que los equipos legales trabajan "incansablemente" para revisar minuciosamente cada página y garantizar que las víctimas de abuso no sean expuestas. Sin embargo, la demora en la publicación de los documentos genera una creciente tensión, especialmente entre las organizaciones de víctimas y la oposición política de Trump.
El retraso en la divulgación de esta información contraviene la "Ley de Divulgación", aprobada por el Congreso el pasado noviembre, que exige liberar toda documentación no clasificada relacionada con Epstein. Aunque el Gobierno de Trump cumplió parcialmente con esta obligación al publicar una primera tanda de archivos, el material revelado dejó más preguntas que respuestas.
Entre las revelaciones iniciales destacaron fotografías del expresidente Bill Clinton junto a Epstein, imágenes que rápidamente fueron utilizadas por sectores conservadores como arma política.
Pero la bomba estalló cuando, en una segunda liberación de documentos, apareció el nombre del mismísimo presidente Donald Trump. Según los archivos, Trump habría viajado en múltiples ocasiones en el avión privado del financista, conocido como el "Lolita Express". Aunque no hay pruebas que lo vinculen directamente con los delitos sexuales cometidos por Epstein, el solo hecho de su presencia en los registros ya torna el caso especialmente controvertido.
La relación entre Trump y Epstein se remonta a años atrás. Amigos cercanos hasta 2004, su vínculo terminó mucho antes de que el escándalo judicial saliera a la luz. Sin embargo, la sombra de esta amistad sigue persiguiendo al mandatario republicano, quien ahora enfrenta una presión creciente para liberar todos los documentos restantes.
El misterio no se detiene aquí. Con un millón de fojas aún por revisar, la incógnita es qué otros nombres podrían aparecer en las listas de vuelos y en los famosos "libros negros" del magnate y la expectativa es asfixiante.
Mientras tanto, la "Ley de Divulgación" sigue siendo un tema escabroso para Donald Trump. Aunque inicialmente se mostró reacio a respaldar la apertura total de los archivos, terminó firmando la norma ante el abrumador apoyo en el Capitolio. Ahora, con su nombre salpicado en los documentos ya publicados, muchos se preguntan si su reticencia inicial escondía algo más que simple prudencia.