La mañana del miércoles 4 de junio comenzó como una más en la vida de Rocío Villarreal. Habló por teléfono con su familia, uno de sus hijos fue al colegio, y nada parecía presagiar el infierno que se desataría horas más tarde. Al caer la tarde, su cuerpo apareció tendido en el suelo del comedor de su casa de Tres Arroyos, asesinado de una puñalada. Horas antes, su pareja y padre de sus hijos, Fernando Dellarciprete, había desatado una masacre: después de matarla, se llevó a los pequeños Tiziano y Francesco, de 10 y 3 años, y los ahogó en una zanja junto a la Ruta 228. Luego, se quitó la vida arrojándose bajo las ruedas de un camión.
La brutal secuencia de horror dejó sin aliento a los investigadores y conmocionó a todos. Lo que al mediodía parecía un siniestro vial, pronto reveló su verdadera y espeluznante naturaleza. Al costado de la ruta, en el kilómetro 69, junto a una Renault Duster blanca, los policías hallaron los cuerpos sin vida de los dos niños. Apenas minutos después, a varios kilómetros de allí, familiares de Rocío ingresaban a su casa tras no obtener respuesta. La encontraron muerta, con una herida mortal en el cuello.
El triple crimen y posterior suicidio tiene como único y principal autor a Fernando Dellarciprete, de 40 años, camionero, vecino conocido en la comunidad. Según confirmaron fuentes judiciales, se encontraba bajo tratamiento psiquiátrico asistido por el área de Salud Mental de la Municipalidad. Pese a ello, no había denuncias previas por violencia ni conflictos familiares registrados. Rocío y Fernando seguían conviviendo.
De hecho, hasta hace apenas dos meses, Dellarciprete había publicado en redes sociales una imagen estilo animé donde aparecían felices los cuatro: él, su mujer y sus hijos a bordo de su camión. Pero la imagen idílica era apenas una fachada. Ayer, en un acto de violencia atroz y meticulosamente encadenado, el hombre terminó con la vida de su familia. Primero mató a Rocío en su casa de la calle Larrea. Luego, recogió a los niños y los llevó consigo.
Según testigos citados por el portal Ecos Diarios, tras no lograr quitarse la vida chocando su auto, Dellarciprete ingresó a un campo cercano donde pidió agua... y un arma. Al ser rechazado por los vecinos, tomó su última decisión: se arrojó bajo un camión Mercedes Benz que pasaba por la ruta. Las autopsias no dejan dudas: Rocío fue asesinada con un arma blanca, mientras que los pequeños murieron por asfixia por sumersión. Ninguno de los dos mostró signos de defensa.
Se presume que fueron ahogados en el interior del zanjón junto a la camioneta. Una escena tan terrible que dejó en shock incluso a los agentes más experimentados de la Policía Bonaerense. En la jornada del jueves, la fiscal Natalia Ramos tomará declaración a los profesionales que trataban a Dellarciprete. Por ahora, se desconoce su diagnóstico exacto o si seguía un tratamiento con medicación. Lo cierto es que no existía ningún indicio oficial que anticipara semejante desenlace. La familia vivía junta, Rocío trabajaba en su casa realizando masajes y vendiendo sahumerios, y ambos mantenían perfiles públicos activos y en apariencia armónicos.
Las fuerzas de seguridad continúan reconstruyendo la ruta del horror. La Sub DDI de Tres Arroyos secuestró el celular de Rocío y las cámaras de seguridad que podrían mostrar los movimientos de Dellarciprete en las horas previas al crimen. La causa fue caratulada como homicidio seguido de suicidio, y quedó dividida entre dos fiscalías: la UFI N°6 de Tres Arroyos, por el femicidio, y la UFI N°3 de Necochea, por los homicidios de los niños y el suicidio.