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Misterio en la selva misionera: desesperada búsqueda de un niño de 10 año en El Soberbio

Enrique Gabriel Del Roio fue visto por última vez el lunes por la mañana. Más de 200 efectivos, drones, perros rastreadores y buzos tácticos lo buscan sin descanso.

21 Mayo de 2025 13:12
Misterio en la selva misionera: desesperada búsqueda de un niño de 10 año en El Soberbio
Más de 200 efectivos, drones con cámaras térmicas, canes rastreadores, patrullas montadas, buzos tácticos y grupos especial recorren el lugar.

La tierra roja de Misiones esconde un secreto. Hace ya más de dos días que la selva se tragó a Enrique Gabriel Del Roio, un niño de 10 años que desapareció sin dejar más que rastros sueltos y una familia quebrada por la angustia. El escenario es la zona rural de El Soberbio, en Picada Mandarina, donde comienza la tragedia: monte espeso, caminos de barro, humedad implacable y un silencio que cada hora se vuelve más asfixiante. 

Enrique Gabriel Del Roio fue visto por última vez el lunes por la mañana
Enrique Gabriel Del Roio fue visto por última vez el lunes por la mañana

Enrique fue visto por última vez el lunes por la mañana. Vestía una remera azul de mangas largas, un pantalón negro y unas ojotas. Ese detalle -las ojotas- se volvió símbolo del desconcierto: una apareció cerca del Paraje Magueriña, la otra flotaba sola en el cauce del arroyo que atraviesa la zona. También hallaron un pantalón. Pero del niño, nada. Su madre, Ana María Del Roio, fue quien radicó la denuncia. Contó entre lágrimas que no era la primera vez que su hijo se escapaba, aunque siempre regresaba. "Él estaba de castigo, sin teléfono, por haber hecho macanas. Me sacó los chips del teléfono, algunos los rompió, por eso le castigué", contó.

Además, en diálogo con medios locales , agregó  con una mezcla de culpa y desesperación: "Le dije que le iba a dar una laseada por haber tocado y se fugó". La desaparición de Enrique puso en marcha un operativo pocas veces visto en la provincia. Más de 200 efectivos de la Policía de Misiones, drones con cámaras térmicas, canes rastreadores, patrullas montadas, buzos tácticos y grupos especiales recorren sin descanso chacras, senderos, montes y cursos de agua. La geografía no ayuda: el monte cerrado y los caminos intransitables desafían incluso a los más experimentados.

Más de 200 efectivos, drones con cámaras térmicas, canes rastreadores, patrullas montadas, buzos tácticos y grupos especial recorren el lugar.

A eso se suma la escasa conectividad, por lo que los equipos recurren a teléfonos satelitales Rugger para no perder contacto entre sí. La coordinación está a cargo del subjefe de la Policía provincial, comisario general Marcos David López Asencio. Desde el terreno, lo acompañan el intendente local, Roque Soboczinski, y el juez de instrucción subrogante Ariel Omar Belda Palomar. Nadie quiere que esta historia termine mal. Nadie se resigna a que la selva tenga la última palabra. Las noches son especialmente duras. Los equipos trabajan con visores térmicos, iluminando la oscuridad en busca de un mínimo indicio de vida. 

Las horas pasan y la esperanza se aferra a los rastros encontrados: una prenda, una ojota, quizás señales de que el niño sigue moviéndose, quizás gritos que el monte amortiguó. Todo es incertidumbre, todo es búsqueda. No es la primera vez que Enrique se va de su casa. Según su madre, ya lo había hecho seis veces antes. Pero esta vez no regresó. Esta vez no hubo una caminata de regreso, ni una disculpa, ni una mirada cansada. Solo vacío. La comunidad está en vilo. La policía reitera el pedido desesperado: si alguien tiene información, si alguien lo vio, que se comunique al 911, 101 o se acerque a la dependencia más cercana. 

Más de 200 efectivos, drones con cámaras térmicas, canes rastreadores, patrullas montadas, buzos tácticos y grupos especial recorren el lugar.

Cada minuto cuenta. Cada hora que pasa se vuelve más insoportable. Mientras tanto, la selva calla. Y el misterio crece.