La corrida cambiaria ya no es un fantasma. Este jueves, el dólar oficial trepó hasta los $1.380 en algunos bancos, mientras el Banco Nación lo ofrecía a $1.365, acercándose peligrosamente al techo de la banda cambiaria dispuesta por el Banco Central, que se ubica hoy en $1.442 y que subirá a $1.456 en agosto. En paralelo, el dólar blue se disparó a $1.330, y el dólar mayorista tocó los $1.360, en un escenario de máxima tensión financiera. "Hay dos bancos muy involucrados en esa corrida", disparó el presidente Javier Milei, al responsabilizar directamente al sistema financiero por el salto del dólar.
En una entrevista con radio Mitre, fue más allá: "Nosotros laburamos para la gente, no para los bancos. Lo que hicieron fue una maniobra deliberada para forzar una suba del tipo de cambio. Nos atacaron porque son una manga de hijos de puta, inexorablemente nos iban a atacar. No sabíamos cuándo, pero sabíamos que lo harían". Las declaraciones se dan en un contexto de creciente volatilidad. Desde el fin de las LEFI, que dejó al sistema financiero sin su principal instrumento de colocación en pesos, el mercado reaccionó con una ola de liquidez que presionó las cotizaciones.
El Gobierno había anticipado un desarme ordenado de estos instrumentos, pero los bancos no migraron sus posiciones a tiempo, y más de $9 billones quedaron liberados, generando una caída de las tasas y una presión sostenida sobre el tipo de cambio."En lugar de desarmar al inicio, lo guardaron todo para el final y sacaron la liquidez junta. Financiaron la corrida cambiaria", relató Milei. "Empezaron a hacer cauciones, ponían títulos en garantía, y con eso atacaban el tipo de cambio".
Acorralado por la tensión, el Gobierno reintrodujo pases pasivos con tasas de interés que superaron el 40% anual, y el Tesoro lanzó una licitación extraordinaria para absorber pesos. Pero no alcanzó. El mercado solo renovó $9 billones sobre vencimientos por $11 billones, dejando $2 billones sueltos que hoy alimentan la corrida. Como reacción, la tasa de referencia escaló al 65% anual, en una señal de urgencia por retener pesos y frenar el salto del dólar.
En simultáneo, el Tesoro inició la compra de reservas, un giro radical respecto a la política inicial del Gobierno, que rechazaba intervenir en el mercado de divisas. El objetivo: acumular dólares mientras el Banco Central deja flotar el tipo de cambio. Esta estrategia, en parte consensuada con el FMI, busca contener la inestabilidad hasta el desembolso de u$s2.000 millones, que podría aprobarse en las próximas horas. "Ese dinero es clave", reconocen en la Casa Rosada.
Desde el Gobierno también negocian una flexibilización de las metas de acumulación de reservas. El Gobierno admite en privado que los u$s9.000 millones proyectados para septiembre son imposibles de alcanzar, y por eso apuesta todo al apoyo del Fondo. Milei, sin embargo, volvió a tensionar el vínculo con el establishment económico. "No les importa un carajo hacer volar la economía con tal de llegar al poder. Están dispuestos a hacer mierda a los argentinos con tal de tener el poder", dijo en relación a los bancos, la oposición y la reciente aprobación de leyes que afectaron el superávit, como la recomposición jubilatoria.
Además, calificó de "traidora y burra" a Victoria Villarruel, en otro gesto de ruptura interna. La suba del dólar, además, se da en un contexto donde la inflación aún no cede del todo, y donde el "pass through" -el traslado de la devaluación a precios- es una amenaza constante. En el Gobierno aseguran que el alza de tasas y la absorción de pesos es el único camino posible para mitigar esa presión. Pero el margen es cada vez más estrecho. Hoy, el dólar MEP cotiza a $1.348 y el CCL a $1.347,50, lo que indica que el mercado formal también percibe un tipo de cambio más alto como inevitable. Analistas advierten que, pese al endurecimiento monetario, el riesgo país y la incertidumbre política preelectoral seguirán empujando la demanda de cobertura.