En un escenario marcado por la fragilidad económica y las urgencias financieras, el Fondo Monetario Internacional (FMI) volvió a poner en evidencia los límites del plan económico de Javier Milei. Aunque la portavoz Julie Kozack elogió "la reducción de la inflación y de la pobreza" y aseguró que "se sigue avanzando sustancialmente en el fortalecimiento de la estabilidad macroeconómica", el organismo multilateral volvió a insistir en el punto más crítico del acuerdo: la acumulación de reservas.
Una meta que la propia Kozack reconoció que, a esta altura del año, será directamente un "desafío". La contradicción es evidente: mientras el Gobierno exhibe el ajuste como un éxito incuestionable, el FMI advierte que sin dólares no hay estabilidad que se sostenga. "Necesitaremos apoyar un camino más ambicioso de acumulación de reservas en Argentina", afirmó Kozack, remarcando que sin ese colchón la economía seguirá expuesta a shocks y no podrá acceder a los mercados internacionales de capital.
El Fondo ya concedió un perdón por la meta incumplida en la revisión anterior, cuando flexibilizó en 5.000 millones de dólares el objetivo de reservas netas. Sin embargo, a días de terminar el año, ya asumieron que Argentina volverá a fallar. Aun así, y con el aval explícito de Donald Trump -quien considera a Milei su "aliado estratégico en América Latina"-, el organismo prepara otro waiver para evitar que el acuerdo caiga. Kozack evitó confirmarlo, pero dejó la puerta abierta.
De hecho, afirmó: "Respecto a un posible dispensa (waiver) no voy a especular en esta etapa. Eso se considerará como parte de las discusiones para la próxima revisión". Según los cálculos del propio FMI, para cumplir la meta flexibilizada, el Banco Central debería cerrar el año con un balance de reservas netas negativo en torno a los US$3300 millones. Difícil, sino imposible. A pesar de los elogios del Fondo, el propio organismo volvió a advertir que la estabilidad lograda es precaria y que la administración Milei debe "aprovechar la ventana de oportunidad" para implementar un "marco monetario y cambiario coherente y sólido". Es decir: el esquema actual no alcanza.
En línea con ello, Kozack insistió en que parte del problema radica en la falta de dólares: "Alcanzar el objetivo de reservas será un desafío. Sigue siendo esencial que las autoridades realicen un esfuerzo concertado en el período venidero para reconstruir las reservas internacionales". Incluso evitó definir cómo tratará el FMI el swap de US$20.000 millones acordado por el Tesoro estadounidense, señalando que su validez contable deberá evaluarse más adelante, una señal de que la ingeniería financiera no resolverá el problema de fondo.
En paralelo, el JP Morgan publicó un informe que combina entusiasmo con advertencias estructurales. El banco asegura que Argentina podría acumular reservas "probablemente por debajo del 1% del PBI en 2026", aún en un escenario de apoyo político, estabilización y recuperación económica. Es decir: incluso con viento de cola, el margen es ínfimo. "La lección para 2026 es clara: aumentar las reservas debe ser una prioridad para fortalecer las defensas del país antes de las elecciones generales de 2027", remarcó el banco.
Y advirtió sobre un problema que la administración Milei aún no resolvió: "La fuga de capitales del peso hacia el dólar, motivada por el riesgo político, no puede sostenerse sin antes reponer reservas internacionales". Pese a la advertencia, la entidad proyecta una inflación anual del 17% para 2026, un crecimiento sostenido y un "proceso de estabilización" que "salió ileso" incluso tras la suba del tipo de cambio del 21% en los últimos tres meses. El optimismo financiero, sin embargo, descansa sobre un punto débil: la expectativa de que Estados Unidos seguirá apoyando a Milei y que el Congreso aprobará las reformas pendientes.
Al igual que el FMI, JP Morgan deposita el éxito del programa económico en dos pilares: la continuidad del ajuste y la capacidad de acumular reservas. Lo primero está garantizado por el Gobierno. Lo segundo es, justamente, lo que Milei no puede conseguir. Las proyecciones de inversión extranjera directa, acceso a mercados y superávit de cuenta financiera dependen de que Argentina logre credibilidad internacional.
Y la credibilidad, como señalan tanto el Fondo como el JP Morgan, empieza por recomponer los dólares del Banco Central. El gobierno libertario festeja la baja inflacionaria, la reducción de la pobreza y la recuperación del crecimiento. Pero la letra chica de los informes internacionales revela un diagnóstico distinto: sin reservas, sin regulación cambiaria consistente y sin mercados abiertos, la estabilidad es frágil.
El FMI lo sintetizó con claridad: "Las políticas monetarias y cambiarias deberán respaldar una trayectoria más ambiciosa de acumulación de reservas para crear buffers adecuados". Y fue más allá: pidió reformas laborales, tributarias, desregulación y más recortes de subsidios para sostener el "ancla fiscal". El programa económico que Milei exhibe como un éxito es, para los organismos internacionales, apenas un inicio condicionado. Un ajuste celebrado, pero todavía insuficiente.