La ausencia de María Corina Machado en Oslo volvió a confirmar, de forma dramática, el nivel de persecución política que atraviesa la oposición venezolana. El Instituto Nobel noruego informó que la dirigente "no se encuentra en Noruega ahora" y que será su hija, Ana Corina Machado, quien reciba el premio y lea "el discurso que María Corina misma ha escrito". El director del organismo, Kristian Berg Harpviken, fue categórico: "Simplemente no sé dónde se encuentra exactamente".
La opositora vive en la clandestinidad desde hace once meses, cuando Nicolás Maduro fue reelecto en comicios denunciados por irregularidades. Desde entonces, Machado solo fue vista en público una vez, el 9 de enero, cuando fue "brevemente detenida tras unirse a simpatizantes en una protesta en Caracas". La represión previa a las elecciones del 28 de julio de 2024 incluyó "descalificaciones, arrestos y violaciones de derechos humanos", y marcó la salida al exilio de su reemplazante electoral, Edmundo González, hoy refugiado en España tras recibir una orden de arresto.
El Instituto Nobel debió aclarar este miércoles que Machado viaja a Oslo, pero no llegará a la ceremonia, aunque confirmaron que "está a salvo" y que "estará con nosotros en Oslo". La organización llegó a asegurar ayer que desconocía su paradero, y durante el fin de semana había anunciado que la dirigente asistiría en persona. Todo quedó en suspenso hasta último momento: la conferencia de prensa, las entrevistas y los encuentros previstos fueron cancelados. La ceremonia, programada para las 13 (9 de Argentina), se realizará sin la presencia de la galardonada. Su hija Ana Corina Sosa la reemplazará, acompañada por González Urrutia y otros referentes opositores.
Su familia -madre, hermanos y hermana- también se encuentra en la capital noruega. Mientras el Instituto Nobel lidiaba con la incertidumbre sobre Machado, Javier Milei llegó a Oslo enfundado en un overol de YPF, exhibido en un video difundido por Comando Con Venezuela. El presidente argentino, que se alineó tempranamente con Machado, busca capitalizar internacionalmente el premio y reforzar su perfil anti-Maduro. El mandatario la había felicitado en octubre por su "enorme lucha por la defensa valiente de la libertad y de la democracia", y hace meses la oposición venezolana lo considera un aliado estratégico.
La misma Machado agradeció el año pasado que Milei declarara "terrorista" al Cártel de los Soles, una decisión con fuerte carga simbólica y diplomática. La escena, sin embargo, revela un contraste inquietante: mientras la opositora galardonada no puede llegar por razones de seguridad, el presidente argentino utiliza su presencia para proyectarse en un acto internacional fuertemente mediático, incluso en plena crisis económica local.
Harpviken vinculó la ausencia de Machado directamente con las condiciones internas de Venezuela, al definir al país como "un régimen represivo que está dispuesto a utilizar absolutamente todos los medios contra la oposición". Desde octubre, cuando se anunció el premio por su trabajo para "lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia", se especulaba con la posibilidad de que su viaje fuera impedido.
El chavismo rechaza las acusaciones, mientras Estados Unidos incrementa su presencia militar en el Caribe y realiza ataques contra presuntas "narcolanchas", que ya dejaron 87 muertos. Maduro respondió que el verdadero objetivo es "derrocarlo y apoderarse de las reservas petroleras de Venezuela". Incluso entre los sectores críticos de Maduro persisten contradicciones: algunos adversarios de Machado cuestionan su afinidad ideológica con Donald Trump, a quien dedicó su Nobel.
El Nobel de la Paz 2024, que debía convertirse en un símbolo de resistencia democrática, termina rodeado de incertidumbre, clandestinidad y operaciones políticas. María Corina Machado no subirá al escenario de Oslo. Su hija leerá un discurso escrito desde las sombras. Los presidentes de Argentina, Panamá, Ecuador y Paraguay asistirán para proyectar liderazgo regional. Y, en el centro de la escena, Milei convierte un homenaje internacional en su propio acto político de altísimo impacto mediático. La ceremonia que reconoce "a una mujer que mantiene viva la llama de la democracia en medio de una creciente oscuridad" se transforma así en una radiografía incómoda de la región: represión en Venezuela, exilio forzado, tensiones geopolíticas y mandatarios que buscan protagonismo mientras la protagonista del premio permanece oculta.