El Senado de Estados Unidos dio un primer paso para levantar el "shutdown" más prolongado de su historia (que ya lleva 40 días), en medio de una crisis que golpea a millones de ciudadanos, paraliza servicios básicos y genera un caos sin precedentes en el transporte aéreo. En una votación de 60 a 40, la Cámara Alta aprobó este domingo un paquete presupuestario bipartidista que permitirá financiar temporalmente la administración federal hasta el 30 de enero. El acuerdo contempla fondos para el Departamento de Agricultura, Asuntos de Veteranos, proyectos de construcción militar y operaciones del Congreso, además de garantizar la continuidad del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), en riesgo por el cierre gubernamental. El pacto, sin embargo, dista de ser una solución estructural.
La propuesta aún debe ser aprobada por la Cámara de Representantes y enviada al presidente Donald Trump, quien se mantiene en una posición ambigua frente a las negociaciones. "Parece que estamos cerca de terminar con el cierre", se limitó a decir el mandatario al regresar a la Casa Blanca, sin asumir responsabilidad alguna por la parálisis más extensa que haya sufrido su país. El cierre comenzó el 1° de octubre, cuando republicanos y demócratas no lograron acordar las leyes de presupuesto necesarias para financiar las operaciones del Estado. Desde entonces, cientos de miles de empleados federales permanecen suspendidos o trabajan sin recibir salario.
Pero esta vez, la administración Trump fue más allá: ordenó despidos masivos en distintas agencias, una medida inédita en los anteriores cierres gubernamentales, que ahora deberá revertirse como parte del acuerdo alcanzado con los demócratas moderados. El líder de la mayoría en el Senado, John Thune, defendió la iniciativa bipartidista y prometió una votación en diciembre para extender los subsidios de la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio (Affordable Care Act), uno de los puntos más resistidos por los republicanos. "El momento de actuar es ahora", sostuvo Thune.
Pero el líder demócrata Chuck Schumer rechazó acompañar el avance del paquete, denunciando que "no podía apoyarlo de buena fe" mientras el presidente mantenga el chantaje político sobre los fondos federales. Las críticas también llegaron desde el ala progresista del Partido Demócrata. El senador Bernie Sanders calificó la estrategia de "error horrible" y su colega Chris Murphy advirtió que "los votantes eligieron al partido para mantenerse firmes", no para ceder ante un gobierno que paraliza al país. Mientras el Congreso debate, la vida cotidiana de millones de estadounidenses se deteriora a paso acelerado.
En el sector aéreo, la situación ya es dramática: miles de vuelos fueron cancelados o demorados, y los controladores, que trabajan sin recibir salario, buscan empleos alternativos. El secretario de Transporte, Sean P. Duffy, admitió que "la crisis solo va a empeorar" si el conflicto político no se resuelve de inmediato. El Departamento de Transporte se vio obligado a ordenar un recorte del 6% en las operaciones de decenas de aeropuertos, una medida que podría escalar hasta el 10% a fin de semana. Delta, Southwest y SkyWest figuran entre las aerolíneas más afectadas, con cientos de vuelos suspendidos y pérdidas millonarias.