La jornada del jueves amaneció con números rojos en todos los frentes. Los bonos Globales argentinos denominados en dólares con ley extranjera se desplomaron hasta un 4,4% y arrastraron al riesgo país, que se disparó 109 puntos y se ubicó en 1.355 unidades, profundizando el deterioro de la confianza inversora en la Argentina. El derrumbe financiero se produce en el marco de dos derrotas parlamentarias consecutivas que dejaron a la Casa Rosada sin control sobre la distribución de los Aportes del Tesoro Nacional y, además, sin poder sostener los vetos a la emergencia pediátrica y al blindaje presupuestario de las universidades públicas.
Para los inversores, estos reveses marcan una señal clara: el Gobierno carece de músculo político para mantener el ajuste que promete al mercado. Los números son contundentes. El Global 29 cayó 3% a USD 68,32, el Global 30 perdió 3,1% a USD 64,49, el Global 41 se desplomó 4,4% a USD 47,60 y el Global 38 bajó 3,3% a 53,34 dólares. En la apertura del jueves, la serie completa de bonos soberanos mostró caídas de entre -1,71% y -2,34%, confirmando que la sangría no encuentra piso.
La desconfianza se trasladó al dólar. Tras la derrota electoral en la provincia de Buenos Aires, donde La Libertad Avanza cayó frente a Fuerza Patria por 33,85% contra 46,96%, la divisa mayorista trepó más de $70 en apenas dos días y perforó el techo de la banda de flotación. La respuesta del Banco Central fue drástica: por primera vez desde la salida del cepo y el acuerdo con el FMI, intervino en el mercado cambiario y vendió U$S 53 millones para frenar la corrida.
Así, el dólar mayorista cerró en $1.474,5, el oficial en $1.485 en el Banco Nación, el MEP en $1.480,47, el CCL en $1.494,54 y el blue se disparó a $1.505, marcando un nuevo récord. Todo esto con el agravante de que las divisas utilizadas para la intervención provienen del propio Fondo, que había exigido explícitamente que se destinaran al repago de la deuda. En otras palabras, el Gobierno comenzó a dilapidar los dólares del FMI para contener la volatilidad cambiaria.
El diagnóstico del mercado es lapidario: "El oficialismo perdió capacidad de sostener su programa de ajuste. La incertidumbre política se refleja en los precios de los bonos y en el salto del dólar", resumen. Lo que en otras circunstancias hubiese sido leído como un traspié parlamentario, hoy se traduce en la peor combinación posible: desconfianza financiera, presión cambiaria y un Gobierno que, en lugar de consolidar el equilibrio fiscal que predica, se ve obligado a usar las reservas prestadas para tapar una hemorragia que no cede. La foto del jueves deja expuesto el escenario: un Congreso que le da la espalda, un mercado que ya no compra el relato del superávit y una sociedad castigada por el ajuste que observa cómo se esfuman, una vez más, las reservas del Banco Central.