El presidente Javier Milei recibirá esta tarde en la Casa Rosada a un nutrido grupo de gobernadores con el objetivo de tejer los acuerdos necesarios para avanzar en el Congreso con las reformas laboral e impositiva que el Gobierno pretende imponer en la próxima etapa. Sin embargo, la convocatoria -que el Ejecutivo presentó como un gesto de "diálogo y cooperación federal"- dejó al descubierto una estrategia política excluyente, en la que los mandatarios críticos quedaron fuera por decisión directa del oficialismo. La reunión, prevista para las 17, se concretará en un clima de aparente consenso con los llamados gobernadores "dialoguistas".
Entre ellos, se destacan Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Ignacio Torres (Chubut) y Jorge Macri (Ciudad de Buenos Aires). También confirmaron su presencia Raúl Jalil (Catamarca), Claudio Poggi (San Luis), Gustavo Valdés (Corrientes) y Claudio Vidal (Santa Cruz), entre otros. Incluso sorprendió la asistencia del pampeano Sergio Ziliotto, cercano al kirchnerismo, que pese a no estar en la lista inicial de invitados decidió participar. El encuentro contará con la presencia del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, el ministro de Economía, Luis Caputo, y el del Interior, Lisandro Catalán.
Todos buscarán capitalizar el reciente triunfo electoral libertario y "no perder el envión", según definieron fuentes oficiales, para acelerar las tratativas con vistas a las sesiones extraordinarias de comienzos del año próximo. La idea del Gobierno es discutir el contenido de los proyectos una vez que el denominado Consejo de Mayo -el órgano tripartito que reúne a representantes del Estado, el sindicalismo y el empresariado- eleve su informe final, previsto para mediados de diciembre.
Hasta entonces, no existe un texto concreto de reforma, pero sí un rumbo claro: la desregulación del mercado laboral y una rebaja de la carga tributaria que afectaría directamente los recursos coparticipables de las provincias. Algunos gobernadores ya anticiparon su respaldo parcial. "Vamos a acompañar todo lo que entendemos que está bien y todas las reformas que hay que llevar adelante, como la reforma laboral y la impositiva. No podemos tener la carga tributaria que tiene hoy la República Argentina", sostuvo el santafesino Maximiliano Pullaro, quien hasta hace pocas semanas mantenía una posición crítica frente al Ejecutivo nacional.
Pero el clima de cooperación tiene sus límites. La reforma laboral ya generó un frente de conflicto con la CGT, que advirtió que no aceptará "retrocesos" ni "pérdida de derechos", mientras que los cambios tributarios preocupan a los gobernadores por el posible impacto sobre sus arcas provinciales. El costado más crítico de la convocatoria es, sin embargo, la exclusión deliberada de los mandatarios opositores más firmes.
Axel Kicillof (Buenos Aires), Gustavo Melella (Tierra del Fuego), Gildo Insfrán (Formosa) y Ricardo Quintela (La Rioja) quedaron afuera de la reunión. Consultado sobre los motivos, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, fue contundente: "El Presidente lo dijo, porque él quiere conversar con todos, menos con aquellos que tienen ideas totalmente diferentes a las nuestras y Kicillof ha cuestionado todo del Gobierno". A su vez, Francos agregó que invitar al gobernador bonaerense "sería perder el tiempo". En declaraciones radiales, insistió: "No vamos a poder ponernos de acuerdo y perdemos el tiempo. Podemos avanzar con otros sin problemas".
Y volvió a justificar la marginación al señalar que "Kicillof tiene vocación de confrontar, no de acordar". La decisión de excluir a la provincia más grande y productiva del país de una mesa de diálogo federal marca una contradicción profunda en el discurso oficial. Mientras Milei insiste en que busca "consensos para transformar el Estado", el Gobierno impone una lógica de "amigos y enemigos" que reproduce en el plano institucional la misma polarización que domina su discurso político.