Menos de un día después del golpe electoral en la provincia de Buenos Aires, el presidente Javier Milei intentó dar una señal de orden en su tropa: la creación de una "mesa política nacional" que, según anunció el vocero Manuel Adorni, estará presidida por el propio mandatario e integrada por su círculo de confianza -Karina Milei, Guillermo Francos, Patricia Bullrich, Santiago Caputo, Martín Menem y el propio Adorni-. Sin embargo, la medida, presentada como una respuesta al 47% a 33% adverso en las urnas, dejó más dudas que certezas y abrió inevitables comparaciones con el Cambiemos de Mauricio Macri.
El recuerdo no es casual: en 2018, asfixiado por la desconfianza de los mercados y las corridas cambiarias, Macri montó su propia mesa ampliada en Olivos con Ernesto Sanz y algunos gobernadores radicales. El gesto fotográfico no cambió nada. Hoy, Milei parece repetir la escena: "Bienvenidos a la política", se escuchó decir en la Rosada mientras el oficialismo buscaba recomponerse del sacudón bonaerense. En los hechos, el anuncio implica un recorte de poder a Karina Milei, señalada por el escándalo de coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) y por la fallida estrategia electoral en la provincia junto a Sebastián Pareja.
También supone un desplazamiento lateral de Eduardo "Lule" Menem, involucrado en las mismas denuncias, aunque Martín Menem mantiene la silla como presidente de Diputados. Menos claro fue Adorni cuando aseguró que "la mesa política de la provincia de Buenos Aires se ampliará en virtud de la representatividad", un eufemismo que no disipó las críticas hacia el armador Pareja, responsable de una logística electoral que naufragó pese a presumir un "ejército de 45 mil fiscales". La jugada tampoco convenció a los gobernadores. El salteño Gustavo Sáenz, apenas horas antes, había denunciado que la Casa Rosada los "caga con las obras".
Además, reclamó al gobierno libertario "lealtad de ida y vuelta". En paralelo, el oficialismo convocó a una "mesa de diálogo federal", que para la oposición no es más que otro ensayo cosmético. El diputado Esteban Paulón fue lapidario: "Lo demás sarasa. Sin rumbo el Javo". Desde el sindicalismo, el líder de ATE, Rodolfo Aguiar, rechazó de plano la maniobra: "Es inaceptable que esta sea la respuesta. Con una mesa política no van a hacer que los trabajadores y jubilados lleguen a fin de mes". Y advirtió a los gobernadores que si se pliegan al esquema serán "cómplices de garantizarle impunidad a una banda de delincuentes".
El Partido Obrero, por su parte, fue más ácido. "Milei se puso una mueblería: 3 mesas para que no cambie nada. Sigue hasta (Martín) Menem, el coimero que reporta a la coimera Karina Milei", disparó Gabriel Solano. Mientras tanto, Pareja y Lule Menem eligieron el silencio en la explanada de la Casa Rosada, evitando responder si consideraban renunciar. Internamente, en La Libertad Avanza y hasta en el PRO que acompaña al Gobierno, crecen los reproches: se cuestiona el armado de listas, la fiscalización y el fracaso estratégico en el distrito clave del país. Así, lo que debía ser un gesto de fortaleza terminó pareciéndose demasiado a un déjà vu: un gobierno que prometió dinamitar la casta apelando ahora a los mismos recursos que despreciaba, atrapado entre las urnas, los mercados y una interna que no deja de sangrar.