El transporte público de la Ciudad de Buenos Aires enfrenta una situación crítica que podría desembocar en un paro en la Línea B del subte. Los trabajadores emitieron un comunicado urgente denunciando prácticas extremadamente peligrosas por parte de la concesionaria Emova, perteneciente al grupo Roggio, que ponen en riesgo la salud de empleados y usuarios.
El conflicto surge a raíz de modificaciones realizadas en los antiguos trenes Mitsubishi, que contienen asbesto, un material altamente cancerígeno cuya manipulación está regulada por estrictos protocolos de seguridad. Según el comunicado emitido, estas intervenciones incluyeron perforaciones y remoción de elementos contaminados sin cumplir con las normativas de contención ni informar a los representantes gremiales.
En diálogo con BigBang Claudio Dellecarbonara, Secretario Ejecutivo de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP), calificó las acciones de Emova como una "decisión criminal" que expone tanto a los trabajadores como a los pasajeros a un riesgo directo de contaminación: "La empresa sin avisarle a nadie y, como dice el comunicado, en lugares que no corresponden sin ningún protocolo, empezó a augurar los trenes Mitsubishi que tienen asbestos. Esto obviamente hace que las fibras empiecen a volatilizarse y que queden ahí en esos trenes", declaró Dellecarbonara con evidente preocupación.
El asbesto, prohibido en Argentina desde 2001, es un material que puede causar enfermedades graves como cáncer de pulmón, asbestosis y mesotelioma. La exposición a sus fibras, especialmente cuando son liberadas al ambiente, representa un peligro latente para quienes transitan o trabajan en lugares contaminados. Sin embargo, según los trabajadores, Emova ha ignorado las leyes vigentes y los fallos judiciales que exigen su correcta manipulación y eliminación.
Dellecarbonara también denunció la precariedad de los trenes Mitsubishi, que tienen más de 70 años de antigüedad y carecen de mantenimiento adecuado: "Todo para poner un dispensador de perfume, una cosa loca porque son trenes que tienen 70 años de antigüedad, que no tienen mantenimiento, que tienen asbestos esto, que se caen a pedazos, que tienen miles de fallas, que ponen en riesgo además del asbesto por esa falta de mantenimiento y de seguridad a los usuarios y a nosotros mismos", afirmó el dirigente gremial.
La situación ha llevado a los trabajadores de la Línea B a declararse en estado de emergencia y no descartan tomar medidas inmediatas para proteger su salud y la de los millones de usuarios que utilizan este servicio diariamente: "Así que estamos definiendo qué hacer esta tarde, porque son por lo menos tres trenes diferentes que hicieron este trabajo, así que hay una posibilidad de que paremos esos tres trenes que impidamos que brinde servicio para proteger la vida de los usuarios y la nuestra, pero estamos terminando de definirlo", adelantó Dellecarbonara.
El conflicto con Emova no es nuevo. Desde su etapa como Metrovías hasta su actual denominación, el grupo Roggio prioriza ganancias y negociados por encima de la seguridad y calidad del servicio. Según Claudio Dellecarbonara, esta actitud "criminal histórica" cuenta con la complicidad de los gobiernos de turno: "Muchas ganancias, muchos negociados, muchos acuerdos y complicidad con los diferentes gobiernos en contra de brindar un servicio como el que merecemos los trabajadores y los usuarios que utilizamos el transporte público", sentenció el dirigente gremial.
La denuncia pone en evidencia la negligencia empresarial en el manejo del asbesto pero también un problema estructural en el sistema de transporte público metropolitano. Los trabajadores exigen respuestas inmediatas y acciones concretas para garantizar la seguridad en las instalaciones del subte. Mientras tanto, millones de usuarios permanecen en alerta ante la posibilidad de un paro que afecte el funcionamiento de la Línea B.