El respaldo de la administración de Donald Trump al gobierno de Javier Milei quedó formalizado con un mensaje que, lejos de transmitir una alianza entre iguales, sonó a advertencia. En su cuenta de X, el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, celebró la firma del acuerdo de estabilización económica entre el Departamento del Tesoro y el Banco Central de la República Argentina (BCRA), pero aclaró que se trata de un "puente hacia un futuro económico mejor" y "no un rescate".
La distinción, sutil pero contundente, deja en claro quién marca las condiciones de esta nueva relación financiera. En su publicación, Bessent escribió: "El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos ha firmado un acuerdo de estabilización económica con el Banco Central de Argentina... nuestro acuerdo de estabilización es un puente hacia un futuro económico mejor para Argentina, no un rescate". La frase fue acompañada por una extensa reivindicación de la política económica "America First" de Donald Trump y una crítica directa al "izquierdismo radical del peronismo" que, según el funcionario, "hundió al país en décadas de declive".
El tono del mensaje no deja margen para la interpretación. Lejos de un gesto de cooperación, Bessent planteó el vínculo con la Argentina como parte de una estrategia de control regional, al afirmar que una "Argentina estable y fuerte" es "de interés estratégico" para Estados Unidos. "No queremos otro estado fallido en América Latina, y una Argentina fuerte y estable como buen vecino está explícitamente en el interés estratégico de Estados Unidos", sostuvo. El pronunciamiento llega apenas un día después del anuncio del BCRA sobre el swap de monedas con el Tesoro estadounidense por hasta USD 20.000 millones.
Este acuerdo fue presentado por el gobierno de Milei como una muestra de confianza internacional y una herramienta para "preservar la estabilidad de precios" y "promover un crecimiento sostenible". Sin embargo, el comunicado oficial omitió información clave: no se detallaron los plazos, los intereses ni los mecanismos de activación del swap, lo que generó más incertidumbre que alivio en los mercados.
Fuentes del sector financiero admiten que el objetivo inmediato del Gobierno es llegar a las elecciones legislativas del 26 de octubre con una sensación de estabilidad cambiaria, aunque la medida no modifica los fundamentos de una economía en recesión, con caída de reservas y fuerte presión sobre el tipo de cambio. En ese contexto, la declaración de Bessent no solo condiciona políticamente al Ejecutivo argentino, sino que también refuerza la idea de que el respaldo estadounidense tiene precio.
El propio Donald Trump dejó expuesta esa asimetría en sus declaraciones del domingo, realizadas a bordo del Air Force One, donde describió crudamente la situación del país: "Están muriendo. ¿De acuerdo? Están muriendo. Argentina está luchando por su vida. No tienen dinero, no tienen nada, están luchando muy duro para sobrevivir". Con esas palabras, el presidente norteamericano justificó el paquete de asistencia económica -que incluiría la compra de carne vacuna argentina y créditos adicionales por otros USD 20.000 millones- como una forma de "ayuda" a un gobierno afín, más que como una alianza estratégica. "Si puedo ayudarlos a sobrevivir en un mundo libre... me agrada el presidente de Argentina. Creo que está tratando de hacer lo mejor que puede", había agregado Trump.
El mensaje de Bessent, alineado con ese discurso, termina de delinear el nuevo mapa de poder: Washington apoya a Milei, pero en sus términos. En la práctica, el acuerdo de swap -el cuarto intento de estabilización en menos de un año, tras los pactos con el FMI y las intervenciones del Tesoro local en el mercado cambiario- funciona más como una herramienta política de supervivencia electoral que como una política económica sostenible. A cinco días de los comicios, Milei apuesta a exhibir respaldo externo para contrarrestar la pérdida de reservas y la desconfianza de los inversores. Lo cierto es que el "puente" que describe Bessent no lleva a la soberanía, sino a una dependencia estructural disfrazada de cooperación en nombre de la "libertad económica",