La novela interna de La Libertad Avanza volvió a sumar un capítulo de crisis, desorden y conflicto político. La diputada nacional y senadora electa por Río Negro, Lorena Villaverde, puso este miércoles su renuncia "a disposición" del presidente Javier Milei en una extensa carta pública cargada de denuncias, victimización y acusaciones a la "vieja política", mientras intenta sostener un pliego que no logra los votos necesarios para asumir en el Senado y cuyo título fue devuelto a la Comisión de Asuntos Constitucionales. La escena dejó expuesta una vez más la improvisación parlamentaria del oficialismo.
Sin ir más lejos, Villaverde retiró este martes su renuncia a Diputados -presentada días atrás- ante la posibilidad concreta de que no pudiera asumir como senadora. Ese trámite debía tratarse en la sesión de este miércoles, pero fue sorpresivamente retirado del temario, evitando así un papelón mayor en el recinto. A pesar de su inestabilidad política, Villaverde se mostró brevemente en la jura de diputados y asistió a la reunión del bloque libertario, pero abandonó el recinto antes de que concluyera la ceremonia.
Un comportamiento errático que refleja el mismo desorden institucional que rodea su figura desde que estallaron las sospechas y los cuestionamientos en torno a su pasado judicial. En su carta dirigida al Presidente, Villaverde afirmó: "Es una decisión que nace desde el amor, la responsabilidad y la coherencia: mis hijos están antes que cualquier cargo, porque ninguna ambición política vale más que su bienestar."
Asegura haber sido víctima de "operaciones mediáticas obscenas, maliciosas y profundas", y denuncia una "violencia calculada contra una mujer, una madre y una dirigente que incomoda a la vieja política". Sin embargo, detrás del dramático del texto, la realidad es más concreta: la senadora electa no cuenta con los votos para que su título sea certificado en la Cámara alta, y su pliego quedó nuevamente en manos de la Comisión de Asuntos Constitucionales. El oficialismo teme una derrota anunciada.
Villaverde responsabiliza al "viejo régimen" por supuestos intentos de usar su situación personal para "frenar las reformas", "obstaculizar la conformación del bloque oficialista" y "desgastar al proyecto de cambio". En otro pasaje afirma: "Yo no me involucré en este proyecto por un asiento, ni por una dieta, ni por honores personales". Sin embargo, la secuencia de renuncias retiradas, renuncias puestas "a disposición" y permanentes idas y vueltas desmienten el relato épico y muestran a una dirigente atrapada entre presiones internas, dificultades judiciales y falta de respaldo político real.
En una entrevista con Infobae, Villaverde negó vínculos con el narcotráfico o con el empresario Fred Machado, y explicó un proceso judicial en Estados Unidos que terminó en una condena por "conspiración", según sus dichos. "Nunca en mi vida estuve frente a una sustancia ilegal", afirmó, y aseguró que su involucramiento se debió a una redada policial en un estacionamiento cuando ella se encontraba "comprando ropa para su boutique". También declaró que la condena se revirtió tras la intervención del presidente del jurado.
Su relato, sin embargo, generó más interrogantes que certezas, especialmente en un contexto político donde cada voto en el Senado es clave para un Gobierno que no logra consolidar su bloque ni ordenar sus internas. El episodio Villaverde deja al descubierto un problema mayor dentro de La Libertad Avanza: la incapacidad del Gobierno para ordenar su propio elenco legislativo, garantizar procedimientos mínimos y evitar escándalos que erosionan su agenda política. Mientras Milei intenta avanzar con su paquete de reformas estructurales, una senadora electa se encuentra paralizada entre investigaciones por supuestos vínculos con el narcotráfico. El mensaje final de su carta intenta mostrarse firme: "No renuncio a mis convicciones. No renuncio a mi compromiso con Río Negro. Solo renuncio a ser usada como herramienta para dañar al gobierno." Pero la realidad es que Villaverde sigue sin poder asumir, sin controlar el daño político y sin despejar las sombras que la rodean.