El Gobierno de Javier Milei revalidó este domingo su gestión con una amplia victoria en las elecciones legislativas, al imponerse como la fuerza más votada del país. Con el 40,84% de los votos, La Libertad Avanza superó al peronismo, que cosechó apenas 24,50% con Fuerza Patria, y dejó a Provincias Unidas en un lejano tercer puesto con 5,12%. En el Senado, el oficialismo consiguió un crecimiento sin precedentes: ganó en seis de las ocho provincias que renovaban bancas, pasando de siete a veinte senadores y quedando a solo 17 del quórum propio, lo que podría alcanzar con el apoyo de los llamados "dialoguistas".
Mientras el libertarismo celebraba su consolidación parlamentaria y Milei se mostraba exultante por el respaldo popular, el peronismo entraba en una noche amarga. Con resultados adversos en todo el país, incluida la provincia y la Ciudad de Buenos Aires, la derrota de Fuerza Patria dejó al espacio sumido en una crisis de liderazgo y sin una conducción clara. En ese contexto, la figura de Cristina Fernández de Kirchner reapareció brevemente, en una escena que generó tanto sorpresa como polémica.
Pasadas las 21.45, la ex mandataria salió al balcón de su departamento en Constitución, donde cumple prisión domiciliaria por seis años por la condena en la causa Vialidad, para saludar a un grupo de militantes que había llegado con bombos y banderas. Taiana y Recalde habían contado antes que la ex presidenta se mantenía de "buen ánimo", señalaron fuentes del entorno, mientras afuera, decenas de seguidores coreaban su nombre y denunciaban fraude.
En una postal tan simbólica como desconcertante, Cristina sonrió, hizo gestos de corazón y hasta bailó al ritmo de los bombos, durante diez minutos, pese al clima de desánimo que reinaba entre sus seguidores. La escena, transmitida por algunos canales y viralizada en redes, contrastó con la magnitud de la derrota electoral. Según informó TN, el ambiente en la esquina de San José y Humberto Primo, donde se concentraron los militantes, había sido festivo al comienzo.
Sin embargo, se fue apagando a medida que los primeros datos confirmaban la victoria libertaria. La irrupción de la ex mandataria en el balcón terminó reavivando las críticas hacia su figura. Uno de los primeros en reaccionar fue Marcelo Tinelli, quien a través de su cuenta de X lanzó una dura reflexión sobre el presente del peronismo: "Hasta que no termine esto de que todo depende de ella. Que hay que ir a consultarle para dónde ir. Hasta que no se acabe su 'liderazgo', el peronismo no va a conectar con la gente, y no hay posibilidades de que el partido más popular sea una alternativa lógica y honesta para gobernar".
Las palabras del conductor televisivo no pasaron desapercibidas. Tinelli, que mantiene una historia de vínculos políticos, desde Carlos Menem hasta los Kirchner -primero con Néstor, luego con Cristina y más tarde con Alberto Fernández, cuando integró la llamada "Mesa del Hambre"-, rompió su largo silencio político para apuntar directamente al núcleo duro del kirchnerismo. Durante los años del kirchnerismo, Tinelli había elogiado públicamente a la ex mandataria. "Cristina es una mujer muy popular que puede ser cuestionada o no, pero evidentemente ha hecho muchas cosas bien, y algunas otras no tan buenas", había dicho en 2011.
Y agregaba: "A mí me gustó mucho más el primer gobierno que el segundo, pero está claro que, aunque no haya una bonanza económica, económicamente no está tan mal el país. Creo que es una muy buena presidenta". Sin embargo, tras su paso por el albertismo, el empresario televisivo cambió de tono. Su tuit crítico encendió la respuesta de la periodista y abogada Natalia Volosin, que replicó en tono irónico: "Marcelo, sos trillonario. Pedile a alguien que te escriba bien los tuits. Gracias". Tinelli no tardó en responder: "Esto es lo que son. Resentidos con lo que alguien puede tener laburando".
Y contundente, sentenció: "Podré escribir mal los tuits. Pero esto es lo que siento. Pensamos diferente". El intercambio sintetizó el clima de división interna y agotamiento que atraviesa al peronismo tras la derrota. Mientras Milei consolidó su mayoría legislativa y se alinea con sectores del PRO y del empresariado, el movimiento que gobernó la Argentina durante buena parte de las últimas dos décadas se enfrenta a su crisis más profunda: sin liderazgo, sin discurso y sin horizonte.