El miércoles 9 de julio, la música argentina perdió una de sus voces más emblemáticas y conmovedoras. Araceli Julio, cantante, compositora y madre, falleció en el Hospital Central de San Isidro tras meses de lucha contra un cáncer agresivo que no solo atacó su cuerpo, sino que también se convirtió en un símbolo de las consecuencias devastadoras de las políticas de ajuste del gobierno de Javier Milei.
Su muerte no solo deja un vacío en la cultura popular argentina, sino que también desnuda una realidad cruel: el abandono estatal que condena a los más vulnerables. Araceli tenía 39 años y una vida llena de arte, compromiso y amor. Como vocalista de Satélite Kingston, una de las bandas fundamentales del ska argentino, dejó una huella imborrable en la escena musical.
Su voz, potente y melódica, fue el corazón de canciones que resonaron más allá del escenario, llevando mensajes de conciencia social y sensibilidad artística. Pero su legado no se limitó al ska; también exploró otros caminos creativos como parte del grupo Boom Chapadama y en su proyecto solista, La Bicicleta de Saturno.
En noviembre pasado, Araceli se presentó ante más de 30 mil personas en el festival Skatex, en México. Allí interpretó La última carta, una canción que hoy parece un presagio doloroso. Su arte siempre estuvo marcado por una mirada profunda sobre los vínculos humanos y la lucha por un mundo más justo. Pero ni su talento ni su militancia lograron protegerla del sistema que le dio la espalda en el momento más crítico.
A principios de 2024, Araceli hizo público que la Dirección de Asistencia Directa por Situaciones Especiales (DADSE), dependiente del Ministerio de Salud, había suspendido la provisión de los medicamentos oncológicos que necesitaba para su tratamiento. La interrupción no fue un error aislado; fue parte del ajuste sanitario impulsado por el gobierno ultraderechista de Milei, que priorizó recortes presupuestarios sobre vidas humanas. Araceli presentó un recurso de amparo y ganó el juicio, pero el Estado apeló, retrasando la restitución de los medicamentos hasta un punto irreversible.
La escena musical se movilizó en solidaridad con ella. Artistas, bandas y seguidores organizaron festivales y campañas para recaudar fondos y visibilizar su caso. El sábado 5 de julio, apenas días antes de su partida, se llevó a cabo un concierto en Buenos Aires con bandas como Morley Reggae y Los Casettes. Fue un abrazo colectivo que buscaba sostenerla en medio de la adversidad. Sin embargo, ni la música ni la justicia llegaron a tiempo para salvarla.
El mensaje compartido por Satélite Kingston tras su muerte refleja el dolor profundo que atraviesa a quienes la conocieron: "Amig@s, con dolor profundo tenemos que contarles que ayer, miércoles 9/7, por la noche, Araceli Julio nos dejó. Se fue rodeada de seres queridos [...] quienes compartimos veinte años con ella haciendo música, riendo, creando [...] la vamos a extrañar como quizás hasta hoy no sabíamos que se podía extrañar a alguien en esta vida".
Araceli Julio no murió solo por su enfermedad... murió porque un Estado decidió que su vida era menos importante que sostener el equilibrio fiscal. Su voz Araceli seguirá resonando en sus canciones y en la memoria colectiva como un llamado urgente a resistir contra las políticas que deshumanizan.