En el marco del Día Mundial de la Salud Mental, un estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) reveló un panorama tan preocupante como inquietante: más de un tercio de la población argentina presenta algún nivel de malestar psicológico, y casi un 9% muestra indicadores compatibles con riesgo de trastorno mental. El relevamiento, realizado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA), muestra que los síntomas más frecuentes son la ansiedad, el insomnio, el agotamiento emocional, la irritabilidad y el desánimo persistente.
Según los investigadores, los resultados reflejan "una tendencia sostenida desde la pandemia" y evidencian el impacto de las condiciones sociales y económicas en la salud mental de la población. Desde 2019, el OPSA lleva adelante 24 estudios nacionales con un muestreo estratificado por región, edad y nivel socioeconómico, abarcando a más de 24.000 personas de entre 18 y 65 años. Los datos más recientes confirman una "regla epidemiológica constante": los niveles de malestar son más altos en mujeres, jóvenes y personas con menos recursos económicos o sociales.
Además, los grandes centros urbanos, en especial el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y las capitales provinciales, registran las tasas más elevadas de estrés y angustia. Sin embargo, las regiones del NOA y NEA, donde el acceso a servicios de salud mental es más limitado, también muestran altos niveles de ansiedad vinculados a desigualdades estructurales y barreras de atención.
El estudio detectó un incremento sostenido en la búsqueda de ayuda profesional desde la pandemia. "Aproximadamente uno de cada cuatro adultos ha consultado alguna vez a un profesional de salud mental, y cerca del 14% mantiene actualmente un tratamiento psicológico o psiquiátrico activo", precisaron los autores. Para los especialistas, esto refleja una mayor visibilidad y aceptación social del cuidado de la salud mental, aunque persisten brechas en el acceso a la atención.
Sin ir más lejos, el equipo de investigación advirtió: "El reconocimiento del malestar no siempre se traduce en una consulta oportuna, especialmente en sectores con menos recursos o en zonas alejadas de los grandes centros urbanos". Los expertos recomiendan consultar a un profesional cuando exista un malestar subjetivo persistente (como angustia, ansiedad o tristeza prolongadas) o cuando las emociones interfieran en el sueño, el trabajo, los estudios o las relaciones personales.
De esta manera, los investigadores explicaron que "cumplir cualquiera de estos criterios justifica la consulta, y la atención temprana mejora el pronóstico". El trabajo utilizó instrumentos validados internacionalmente, como el SCL-27, el OASIS, el ODSID-2 y la RASS para la detección de riesgo suicida, complementados con entrevistas clínicas breves. El equipo encabezado por Martín Juan Etchevers también impulsa un proyecto destinado a desarrollar una aplicación móvil que permita detectar y monitorear malestares psicológicos, problemas emocionales y riesgo suicida, además de brindar psicoeducación y fomentar el acceso a la consulta profesional.
El proyecto -titulado "Factores psicosociales protectores y de riesgo: detección y monitoreo de malestar psicológico, problemas emocionales, riesgo suicida y promoción de la salud"- busca realizar un relevamiento nacional para construir una batería de evaluación de uso gubernamental, capaz de medir periódicamente el estado emocional de la población. Además, se prevé el lanzamiento de campañas de concientización en redes sociales de la UBA (Instagram, YouTube y Facebook), con videos breves e infografías sobre regulación emocional y técnicas de manejo basadas en la terapia dialéctico-conductual (DBT).
Con un enfoque interdisciplinario y de alcance federal, el proyecto aspira a convertir la información científica en una herramienta concreta de prevención. En un país donde la salud mental atraviesa una crisis silenciosa, la investigación de la UBA busca ofrecer algo esencial: escucha, detección temprana y acompañamiento profesional.