San Lorenzo atraviesa una de las peores crisis institucionales de su historia reciente y la salida que encontró, lejos de despejar las dudas, parece profundizarlas. Luego de declarar la acefalía y cesar a Marcelo Moretti, la Asamblea Extraordinaria resolvió designar una Comisión Directiva transitoria que gobernará hasta las elecciones anticipadas del 30 de mayo de 2026. El elegido fue Sergio Costantino, en una votación ajustada que reflejó con crudeza la fractura política del club.
El desenlace fue tan cerrado como sintomático: Costantino se impuso por 35 votos contra 31 de Matías Lammens, con 11 abstenciones y apenas dos sufragios para la lista de César Francis. Una mayoría exigua para conducir una institución en estado de emergencia, con legitimidad debilitada y un horizonte cargado de incertidumbre. La figura de Costantino está lejos de representar un quiebre. Formó parte de gestiones anteriores bajo las presidencias de Lammens y Marcelo Tinelli, fue candidato del oficialismo en 2023 y uno de los cinco directivos que no renunciaron cuando se declaró la acefalía, condición que le permitió volver a competir.
Incluso ya había presidido una Comisión Directiva transitoria meses atrás. Más que un cambio, su designación expone la persistencia de un mismo núcleo dirigencial que se recicla en medio del derrumbe. El contexto es explosivo. La caída de Moretti no solo se dio por maniobras internas sino también por la intervención judicial: el ex presidente fue procesado por administración fraudulenta en una causa que investiga el cobro de una supuesta coima de 25.000 dólares para fichar a un juvenil, y tiene prohibida la salida del país por orden de la jueza Laura Bruniard. Aun así, Moretti insiste en que fue víctima de un "golpe de Estado".
De hecho, espera un fallo favorable que impugne la asamblea que lo desplazó. Mientras tanto, la asamblea que debía ordenar el caos dejó más señales de alarma. El encuentro demoró 40 minutos en reunir quórum, hubo pedidos de cuarto intermedio, denuncias privadas de amenazas a asambleístas y una tensión permanente que atravesó toda la votación. Todo ocurrió dentro del estadio Pedro Bidegain, símbolo de un club grande reducido hoy a una interna feroz. Tras ser proclamado, Costantino intentó llevar calma, aunque sus palabras chocan con la magnitud del desastre: "San Lorenzo necesita paz".
Y agregó: "Estamos a disposición del club para sacarlo adelante, hay que trabajar en las inhibiciones y en las deudas con el plantel y hay que descongelar las cuentas". También prometió: "Mañana distribuiremos los cargos en la comisión directiva, llamaremos a toda la CD para trabajar en conjunto". La nueva conducción estará acompañada por Valeria Carta Moglietta como vicepresidenta y por una larga lista de dirigentes que, en muchos casos, también integraron gestiones anteriores.
Sin ir más lejos, aparece el nombre de Sebastián Pareja, diputado de La Libertad Avanza y armador político en la provincia de Buenos Aires, cuya presencia refuerza la sensación de que San Lorenzo se convirtió en un botín de disputas externas al fútbol. En lo inmediato, las urgencias son concretas y no esperan discursos. Hay contratos por renovar, inhibiciones que resolver, una pretemporada sin sede definida y un plantel que necesita certezas económicas.
El técnico Damián Ayude aguarda definiciones mientras el mercado de pases ya está en marcha y figuras como Jhohan Romaña podrían ser vendidas para tapar agujeros financieros, incluso a rivales directos. Desde la propia Asamblea, la gravedad del momento quedó expuesta sin eufemismos. Ulises Morales, vicepresidente de la mesa ejecutiva, reconoció: "Estamos en uno de los peores momentos de la historia del club, pero hay que sacar esto adelante y buscar la solución lo antes posible".