Bianca pelea. Y gana pequeñas batallas. La nena de dos años que fue atropellada por un patrullero en la localidad bonaerense de Manuel Alberti evoluciona "muy bien" luego de que los médicos decidieran retirarle el respirador. Según confirmaron familiares a la Agencia Noticias Argentinas, la pequeña ya está despierta, pudo comer y hasta pronunció sus primeras palabras, un gesto mínimo que hoy vale una vida entera. "Está evolucionando muy bien", contó Gustavo Ruiz, tío de la niña, en diálogo con la agencia. Las primeras respuestas neurológicas fueron "perfectas", lo que permitió avanzar en el retiro de la asistencia respiratoria.
Bianca permanece internada en el Hospital Federico Falcón, donde continúa en recuperación bajo estricta observación médica. El camino hasta este alivio estuvo marcado por el terror. El impacto del patrullero le provocó un hundimiento de cráneo que obligó a una intervención quirúrgica de urgencia y mantuvo en vilo a toda una familia y a un barrio entero. Durante horas, la incertidumbre fue total. Bianca estaba en estado crítico, intubada, con lesiones graves y un pronóstico reservado.
Mientras la salud de la nena muestra señales alentadoras, las preguntas alrededor del hecho siguen sin respuesta. El patrullero era conducido por una agente policial que, según testigos, iba utilizando el celular al momento del impacto. Sin embargo, hasta hoy no hay información clara sobre los efectivos involucrados. "Lo más curioso de todo esto es que no se sabe hasta el día de la fecha los nombres de los efectivos que estuvieron involucrados en el hecho", denunció el tío de Bianca.
La causa quedó en manos del fiscal Andrés Quintana, titular de la UFI N°2 de Pilar. Pero el avance de la investigación genera desconfianza en la familia. "Nos dicen que todo está en poder del fiscal, pero todavía no sabemos si le hicieron el control de alcoholemia a los policías, ni de las cámaras del municipio", señaló Ruiz, exponiendo la angustia y la bronca que atraviesan a los allegados.
El atropello ocurrió el domingo alrededor de las 17, en el cruce de Anasagasti y Salta, frente a la casa de la familia. Bianca cruzó la calle siguiendo a su gato. Su hermana, de cinco años, estaba sentada en el cordón. Desde las fuerzas explicaron que los policías "vieron a una nena que estaba sentada en la vereda y se corrieron para no pasarle tan cerca", pero que "nunca vieron a la otra chiquita". Para la familia, esa versión no alcanza.
La indignación estalló en redes sociales. Rocío R., tía de Bianca, fue contundente: "Estamos indignados y con mucha bronca por lo que pasó con mi sobrina. La comisaría y la policía parecen más interesados en encubrirse entre ellos. Mi sobrina fue atropellada por una mujer policía junto con su acompañante, iban con el celular en la mano y dicen que no la vieron". En su publicación reclamó justicia y advirtió que el caso "no puede quedar impune". "Mi sobrina quedó inconsciente, bañada en sangre y está grave, en terapia intensiva. Exigimos justicia, esto no es solo por mi sobrina, es por todos los ciudadanos que pueden ser víctimas de la impunidad", escribió.
El posteo fue acompañado por un video de una cámara vecinal en el que se escucha el sonido seco del impacto y los gritos desesperados que siguieron. Desde la Policía confirmaron que los agentes fueron separados preventivamente de sus funciones y que se están peritando cámaras de seguridad y tomando declaraciones. También señalaron que fueron los propios policías quienes auxiliaron y trasladaron a Bianca al hospital. Pero para la familia, eso no alcanza: quieren nombres, peritajes, resultados y responsabilidades.
En medio del dolor y la bronca, el barrio se aferró a la fe. Durante días, un mensaje se multiplicó en redes sociales pidiendo una cadena de oración: "Por favor, con una mano en el corazón, hagamos una cadena de oración por Bianca. La chocó un patrullero. Dios mío, su mamá necesita de todos nosotros. Compartan porque esto se tiene que saber, no puede quedar impune. Mi vida tan pequeñita". Hoy Bianca respira sola. Dice palabras. Se aferra a la vida. Y mientras su cuerpo da señales de fortaleza, su historia deja una herida abierta: la de una infancia atropellada por la violencia y la sospecha de impunidad. La recuperación emociona; la verdad, todavía, duele y espera.