Héctor Esteban Montero, de 28 años, de profesión parquista y con domicilio en la calle Chaco al 500 de Matheu, Escobar, fue detenido acusado de asesinar a golpes y luego enterrar en un baldío ubicado sobre la calle Colón a su hijastro, Gastón Uriel Rodríguez, de solo dos años.
El hecho trascendió luego de que el hermano de la víctima, un adolescente de 14 años, le contará a una almacenera de 43 años que su padrastro había “matado a golpes” a su hermanito en agosto. Efectivamente, tras un rastrillaje en el descampado mencionado por el joven las autoridades encontraron los restos de la víctima envueltos en una frazada.
Según se supo, Gastón Uriel Rodríguez fue asesinado de un certero golpe en la cabeza propinado por Montero dos días antes de cumplir los tres años. El adolescente de 14 años le contó al fiscal Gonzalo Ferreiros, a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 5 Descentralizada de Escobar, que el jardinero había asesinado a su hermano “de hambre”.
El cuerpo de Gastón Uriel estaba a unos 30 centímetros de profundidad y envuelto en una sábana. El chico de 14 años detalló que Montero los “golpeaba” -a él y a su otra hermana, de 11 años- cuando no llevaban plata a la casa. “Mi hermanito a veces se hacía pis encima, entonces él se enojaba y no le daba de comer o le pegaba”, le contó el chico a los investigadores.
También detalló las torturas a las que fue sometido por su padrastro. Por ejemplo, en invierno los dejaba totalmente desnudo en la calle. Al haber cometido el crimen, Montero quería, en primer lugar, deshacerse del cuerpo del menor prendiéndolo fuego. Fue ahí cuando su mujer, la madre de la víctima, le pidió que le diera sepultura y que no lo convirtiera en cenizas.
Entonces, el jardinero tomó a sus otros dos hijastros, les obligó a prometer que no iban a revelar nada de lo que había sucedido aquella noche del 17 de agosto porque si no “iban a terminar” como Gastón Uriel y los forzó a que lo ayudarán a enterrar el cuerpo. Si, los hermanitos de la víctima de 2 años fueron los encargados de cargar los restos y hacer el pozo para enterrarlo.
Al momento de ser detenido, Montero se encontraba en la comisaría. Había ido a denunciar la desaparición del adolescente de 14 años. Allí, se lo detuvo, mientras que la mamá de Uriel -que quedó en libertad- declaró como testigo, dio cuentas de la violencia de género y doméstica a la que fue sometida, y reveló que su pareja la dejaba “encerrada” con candado cuando se iba.