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¿Quién se hace cargo de esto?

"Necesito justicia, por favor": murió Thiago, el nene de 7 años asesinado por un policía en La Matanza

El pequeño recibió un disparo en la cabeza mientras esperaba el colectivo con su papá. Estuvo un día con muerte cerebral y falleció en el Hospital de Niños de San Justo.

06 Junio de 2025 22:37
"Necesito justicia, por favor": murió Thiago, el nene de 7 años asesinado por un policía en La Matanza
Murió Thiago, el nene de 7 años baleado en un tiroteo entre un policía y ladrones

Thiago tenía 7 años. Era de esos chicos que corren en los recreos con los cordones desatados, que se ensucian las rodillas jugando a la pelota y que vuelven a casa con la sonrisa intacta y el cuaderno pintado de colores. El miércoles por la noche, lo alzaron en brazos para ir a lo de su mamá. Quedó colgado de los hombros de su papá, como tantas veces. Pero esta vez no volvió. Una bala le destrozó la cabeza y con ella, los sueños. Murió tras un día con muerte cerebral. Fabián, su papá, fue quien tuvo que confirmar la noticia más cruel. Frente a las puertas del Hospital de Niños de San Justo, sostuvo con entereza lo imposible: "Quiero informarles que tuvimos el fallecimiento de Thiago. Es muy doloroso para todos, más para nosotros dos, ella es la mamá... Necesito justicia por Thiago, por favor. Esto se tiene que pagar como tiene que ser".

Fabián y Thiago Correa, el padre y el hijo que recibió un disparo en la cabeza y que pelea por su vida en el Hospital de Niños de San Justo.
Fabián y Thiago Correa, el padre y el hijo que recibió un disparo en la cabeza y que pelea por su vida en el Hospital de Niños de San Justo.

Thiago esperaba el colectivo con su padre en la intersección de Crovara y Madrid, en La Matanza. Querían ir a visitar a su mamá. Eran las 22:30 del miércoles. En ese instante, según reconstruyó la Justicia, un efectivo de la Policía Federal vestido de civil fue abordado por cuatro delincuentes armados. El joven agente, Facundo Daniel Aguilar Fajardo, de apenas 21 años, se identificó, sacó su arma reglamentaria y comenzó a disparar. En esa ráfaga de once balazos, una bala encontró la cabeza de Thiago. Su padre aún lo tenía sobre los hombros. "Cuando le da el impacto y lo tengo en mis brazos, me dice 'pá' y ya no dijo más nada", recordó entre lágrimas Fabián.

El niño fue trasladado de urgencia, primero al hospital Ballestrini, luego al Hospital de Niños. Llegó con signos vitales débiles, apenas sostenido por la asistencia mecánica. Al día siguiente, los médicos confirmaron el diagnóstico más devastador: muerte cerebral. Su papá lo describió como "un amor, muy amiguero", querido por todos. Thiago iba al Colegio Parroquial Santa Rosa y jugaba en el club Defensores Unidos de La Tablada. En ese mundo de escuelita, cancha y abrazos, vivía su niñez. Una niñez que el plomo interrumpió sin piedad. El oficial Aguilar Fajardo quedó detenido, acusado de exceso en la legítima defensa. 

La investigación está en manos del fiscal Diego Rulli, que ordenó su arresto. En la escena del crimen, la Policía Científica encontró un revólver calibre .38 sin numeración, una vaina servida, un proyectil deformado y rastros de sangre de Thiago a casi 200 metros del lugar del disparo. También secuestraron el arma del policía. Mientras la familia despedía a su hijo y el fiscal tomaba declaración al agente, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, brindó una conferencia. Allí desligó al policía de la muerte de Thiago: "Los responsables directos de la situación que atraviesa Thiago son los delincuentes. El policía actuó en legítima defensa". 

Y agregó, en un mensaje tan político como dolorosamente distante de la tragedia: "Esto no es casualidad, es La Matanza, es tierra de nadie". Uno de los asaltantes, Brandon Corpus Antelo, murió en el tiroteo. Otros dos fueron heridos y el cuarto logró escapar. Pero Thiago, el único que no tenía nada que ver, fue el que no volvió. La imagen de su padre con él en brazos, gritando ayuda, quedará grabada para siempre. La cámara de seguridad que registró el momento del ataque muestra con frialdad mecánica cómo la violencia irrumpe en segundos. Cuatro hombres corren hacia el agente. Se escuchan tiros. Se ve cómo huyen. 

Estuvo un día con muerte cerebral y falleció en el Hospital de Niños de San Justo.

Lo que no capta la cámara es el cuerpo de un niño cayendo con una bala en la cabeza. Lo que no filma es el grito desesperado de un padre que todavía lo sostiene. "Es una pesadilla", dijo Fabián. Y lo es. Porque no hay consuelo para una familia que perdió un hijo de 7 años en una parada de colectivo. Porque no hay argumento técnico, ni operativo, ni político, que justifique el final de Thiago. Porque mientras se discute si fue exceso o legítima defensa, la única certeza es que un nene murió por una bala que no era para él, en una zona donde la violencia ya no avisa: simplemente irrumpe, destruye y sigue su curso.