Mientras el país atraviesa un clima de fuerte recesión, caída del consumo y derrumbe del empleo, el Gobierno de Javier Milei avanza -bajo absoluto hermetismo- en una profunda reforma laboral y tributaria que incluye la eliminación del Monotributo, un régimen del que dependen más de 2,1 millones de trabajadores según datos oficiales, y cerca de 3 millones si se consideran todas las categorías informadas en reuniones privadas con empresarios.
El plan, revelado en encuentros reservados entre el equipo económico y representantes del sector privado, consiste en trasladar a todos los monotributistas al régimen de autónomos como parte de un paquete que, según admitieron los funcionarios, busca "formalizar la economía", "impulsar el mercado de capitales" y garantizar un sistema previsional "más sostenible". El mensaje oficial promete modernización. Pero detrás del eufemismo se esconde una reconfiguración que podría implicar más impuestos, más obligaciones y menos alivio fiscal para quienes hoy sostienen su actividad con ingresos cada vez más deteriorados.
De acuerdo con lo que trascendió en distintos medios como Clarín y Ámbito, la eliminación del Monotributo no es una idea nueva dentro del Gobierno: responde a recomendaciones que el Fondo Monetario Internacional viene impulsando desde hace años. Pero ahora Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, lo incorporaron a un documento interno titulado "Una reforma para formalizar la economía, impulsar el mercado de capitales y resolver la sustentabilidad previsional", que circula bajo siete llaves.
La supresión del régimen simplificado implicaría que todos los trabajadores pasen al régimen general, con nuevas escalas de aportes que irían de $100.000 a $500.000, y la obligación de declarar gastos, emitir facturas y afrontar un esquema impositivo mucho más exigente. Es decir: un salto abrupto y costoso para miles de profesionales, cuentapropistas y trabajadores independientes que hoy sobreviven gracias a la previsibilidad del Monotributo.
La reforma también prevé cambios sustanciales en dos pilares del sistema tributario:
- IVA: se establecería un umbral mínimo equivalente a la Categoría F del Monotributo, unos $3 millones mensuales de facturación. Por debajo de ese monto no se pagaría el impuesto, pero quienes lo superen quedarán inmersos en un régimen con obligaciones administrativas que nada tiene que ver con el esquema actual.
- Ganancias: se unificaría el Mínimo No Imponible en torno a $1,7 millones mensuales en 2025, lo que implica que un trabajador soltero sin hijos comenzaría a tributar con un salario bruto cercano a $2,84 millones. La reforma mantendría la escala del 5% al 35%, pero ampliaría el universo de contribuyentes en alrededor de 3 millones de personas, que deberán comenzar a presentar facturas y comprobantes para deducir gastos.
En otras palabras, la promesa de "simplificación" se traduce en que más gente pagará más impuestos. Un componente central del paquete es el nuevo régimen para fomentar la contratación formal. A primera vista, las medidas suenan atractivas: reducción de las contribuciones patronales del 25,5% al 17% y de los aportes personales del 17% al 13% para quienes lleven más de seis meses sin empleo o provengan del Monotributo.
Sin embargo, detrás del supuesto incentivo se esconde una transferencia de carga hacia los futuros trabajadores: contratos más baratos para las empresas, pero sin garantías de continuidad, estabilidad o remuneración digna. Y con un detalle no menor: la Casa Rosada analiza un "blanqueo a costo cero" que permitiría a los empleadores regularizar trabajadores sin multas ni sanciones, una medida que podría terminar favoreciendo a quienes más usufructuaron la informalidad.
Aunque el Gobierno insiste en que se trata de "ideas en evaluación", el nivel de detalle, el volumen de datos y la insistencia del equipo económico en sus reuniones con empresarios muestran que la hoja de ruta está avanzada. La intención es presentar el paquete en sesiones extraordinarias del Congreso y exhibirlo como un rediseño integral del sistema laboral, fiscal y previsional. Pero para millones de trabajadores, la transición puede convertirse en un laberinto de obligaciones nuevas y costos crecientes . La eliminación del Monotributo redefine por completo la forma en que la Argentina entiende el trabajo independiente.