A lo largo de ocho episodios, la serie recorrió la vida del icónico -y a veces polémico- comediante mexicano, Roberto Gómez Bolaños, desde sus inicios como creativo publicitario hasta su consagración como una figura clave de la televisión latinoamericana, en una era dorada del humor televisivo. Sin embargo, no todo fue color de rosa. Detrás del humor blanco, las frases inolvidables y los personajes entrañables que marcaron generaciones, la vida del "Chavo" estuvo atravesada por conflictos personales y tensiones laborales. La serie no los esquiva: al contrario, los expuso con un enfoque crudo, humano y con tintes novelescos.
Cuando todos pensaban que era una bonita vecindad, la realidad era un verdadero infierno detrás de cámaras. La producción retrata sin filtros el progresivo deterioro del vínculo entre Chespirito y varios miembros clave del elenco de El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado. Las diferencias creativas, las decisiones unilaterales en los guiones, el protagonismo absoluto de Gómez Bolaños y las disputas económicas generaron roces con figuras como Carlos Villagrán (Quico) y Ramón Valdés (Don Ramón), quienes en un momento decidieron abandonar el show para continuar sus carreras en solitario.
Sin embargo, esos proyectos no tuvieron el éxito esperado y se tradujeron en fracasos notorios en la televisión local y regional. Durante gran parte de su vida adulta, Roberto Gómez Bolaños estuvo casado con Graciela Fernández, con quien tuvo seis hijos. Pero mientras su carrera despegaba, su matrimonio comenzaba a desmoronarse. La distancia emocional, el ritmo de trabajo y las prioridades cambiantes profundizaron una separación que se volvió inevitable hacia el final de la temporada, donde incluso se romantiza -en parte- lo profesional por sobre lo personal. Al mismo tiempo, comenzó a desarrollarse una relación cada vez más cercana con Florinda Meza.
En la serie, la actriz es representada como "Maggie", ya que no autorizó el uso de su nombre real ni avaló el contenido. Este vínculo generó un nuevo punto de quiebre en su entorno, rodeado de polémicas y juicios externos. Varios compañeros de elenco manifestaron su desacuerdo con la relación, convencidos de que Meza utilizaba su influencia sobre Chespirito para obtener mayor protagonismo a costa del resto. La serie dejó en claro que, aunque Chespirito alcanzó un nivel de reconocimiento pocas veces visto en la televisión de habla hispana, ese camino estuvo plagado de decisiones difíciles, rupturas afectivas y cargas emocionales muy duras de tolerar.
Todas ellas, a su vez y muchas veces, fueron silenciadas detrás de escena. La serie no se trata de un homenaje edulcorado. Es un intento -quizás de parte de los hijos del legendario Chespirito- por humanizar al talento. La serie muestra que el hombre detrás del traje del Chapulín también se cansaba, se equivocaba... y sufría. Sin querer queriendo.