¡Fua Marilina Bertoldi! No hacía falta porque nadie dudaba pero quedó demostrado: es la gran estrella de rock argentina. La gargantas vibraron al unísono cuando se vio el primer pelo de la peluca gigante y pelirroja que adornaba el rostro también dragueado de una Marilina que presentó orgullosísima su último disco, Para quién Trabajas.
Con un outfit espectacular en su primera parte del show reivindicó a las travestis y drags argentinas siempre presentes en sus discursos en redes sociales y entrevistas donde desde su lugar político lésbico, Marilina reivindica a todo el colectivo LGBT.
Desde su lanzamiento en mayo, este álbum se convirtió en un grito de identidad y resistencia, y su presentación en vivo prometía ser un hito. Cumplió con creces. Hay que reconocer que el Estadio Malvinas Argentinas le dio un toque especial a la noche por su amplio espacio para pogos gigantes y con el sonido del tren de la Línea Urquiza que pasa justito al lado.
Acompañada por una banda de precisión quirúrgica —Choki Giaquinta en bajo, Nano Cantarini en guitarra y Manu Fernández en batería—, Marilina desplegó una performance en la que combinó la fuerza y la rudeza del rock con una exploración sonora cercana a la electrónica, que enamoró a todas desde el primer acorde.
El show comenzó con No quieren más mi rocanrol, en un tono desenfrenado pero prolijo con claras reminiscencias a la situación política que gobierna al país. De hecho, varias veces se cantó la típica "el que no salta votó a Milei", dejando claro de qué lado de la mecha se encuentra también el público de Bertoldi.
Con su energía cruda, Marilina hizo viajar a todes por el éxtasis colectivo sin dejar ni un poquito para después con una interpretación zarpada de Me vuelvo cada día más loca, de la gran Celeste Carballo. Pero también la rompió tocando por primera vez en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires canciones como Para quien Trabajas y Autoestima donde explora el deseo, el poder y la lucha interior desatando un torbellino emocional popular imposible de contener.
Uno de los momentos cumbre fue El Gordo, donde la conexión entre artista, banda y público alcanzó su punto máximo. El pogo se desató con furia y fervor, transformando al Malvinas en un espacio de catarsis colectiva, donde cada grito y cada salto eran una celebración del compañerismo y una oda a las amigas, a les compañeres que son la gran reliquia para cualquier disidencia que viva en el país gobernado por Javier Milei.
El set list fue un recorrido por la amplitud creativa de Marilina. Además de las canciones de su nuevo álbum, incluyó clásicos como Siglos, Amuleto, Sexo con modelos y Fumar de Día, donde terminó protagonizando una pelita cuando confesó que "le aburría" hacer esa canción y prometió: "No la vamos a tocar más".
Marilina estuvo conectadísima con el público. Incluso hubieron tres personas desmayadas en medio del recital por la cantidad de gente amontonada cerca del escenario y esas situaciones fueron resueltas por la artista con un humor hilarante, chistes impredecibles y una profunda conexión con la gente.
Para quién Trabajas es un manifiesto. En este álbum, Marilina Bertoldi cuestiona las estructuras de poder y reflexiona sobre el lugar del cuerpo en la producción actual. El recital empezó y terminó con las voces de sus sobrinos -hijos de Lula Bertoldi- tal como está en el disco; la ternura de las voces de los niños fue el real moño de cierre que dejó a todas las presentes conmovidos y electrizados en partes iguales; antes de bajarse del escenario, la artista pidió una sola cosa: "Voten bien", gritó.