Noralih Gago está inquieta, creativa, provocadora. Y, sobre todo, lúcida. Lleva más de tres décadas arriba de los escenarios y no deja de reinventarse. Este invierno volvió a la cartelera porteña con Artificial, una obra inclasificable, filosófica y disparatada, que dirige y escribió a partir del juego escénico con un elenco integrado por Adriana Ferrer, Coral Gabaglio, Karina Hernández y Julia Amore. La propuesta se estrenó en Dumont 4040 y ya genera preguntas incómodas: ¿Qué es la verdad en un mundo escenificado? ¿Qué margen queda para pensar en medio del multitasking? "Artificial para mí está siendo muy, muy importante", cuenta Noralih.
Y agrega: "Es la primera obra que sigo de cerca, que escribí, dirijo y acompaño. Hay una trama escrita, claro, pero el corazón está en otra parte: las actrices, por una razón que se descubre al final, deben crear una obra en vivo, sin saber qué van a hacer. La incertidumbre es parte de la experiencia". La obra, metateatral y vibrante, juega con la idea de ficción dentro de la ficción, en un presente saturado de verdades filtradas y espectáculos preprogramados. "El teatro tiene algo que me rompe la cabeza", dice Gago.
Para ella, "el público y los actores viven como real algo que saben que es mentira". "Tal vez ese momento sea el más verdadero del día. No estás conectado al teléfono, no estás actuando para nadie más que para los que están ahí. Es una mentira compartida que nos acerca a algo real", destaca. Noralih Gago no solo actúa: escribe, dirige, produce y, cuando puede, filosofa en voz alta. Pero siempre con humor. "Yo soy medio anti-mensaje. No me gusta que una obra me diga qué pensar, incluso si estoy de acuerdo. Prefiero que me incomode, que me despabile. Si te reís y después te quedás pensando 'che, esto me dolió', eso me interesa".
Artificial es, en gran medida, eso: una comedia reflexiva que desarma los lugares comunes del entretenimiento. "La risa es una gran forma de decir verdades sin que duelan tanto. Es como la picadura de un mosquito: primero rascás y te da placer, pero después queda algo que molesta. Ese humor incómodo me encanta". En ese sentido, Noralih confiesa que nunca buscó incomodar, aunque sabe que muchas veces lo logra. "El objetivo siempre fue abrir preguntas. Nunca me interesó ser la que baja línea. Lo que pasa es que cuando hacés preguntas en una sociedad que va tan rápido, muchas veces el solo hecho de detenerse ya es subversivo", explica.
Desde Shakespeare hasta Brecht, pasando por el teatro independiente y el cabaret político, Noralih Gago transitó por todos los géneros. Pero Artificial es una síntesis personal. "Es una mezcla. No sé qué estilo tiene. Hay clown, hay absurdo, hay musical, hay humor, hay algo brechtiano. Lo híbrido me sirve para contar eso que no sé cómo contar con una sola forma". Ese deseo de cruzar lenguajes no fue premeditado. "Nunca fue algo que me propuse, fue saliendo. Soy curiosa, me interesa probar, mezclar. Escribo desde el personaje, no me siento a escribir con un plan. El personaje aparece, habla, me enseña algo. No creo en las casualidades", destaca.
Entre 2016 y 2022, Gago organizó el Festival Internacional de Cabaret Argentino (FICA), con su emblemático personaje Concha del Río como bandera. "Fue un trabajo hermoso. Trajimos artistas de toda América Latina, pero los apoyos empezaron a desaparecer. Ya en los últimos años era un festival bonaerense, y después fue imposible. Hoy sería un delirio pensarlo". ¿Se perdió ese espíritu de cabaret? Para Noralih, no. "Acá siempre hubo cabaret, aunque no lo llamáramos así. El Parakultural, el Café Concert, ... había sátira, música, humor político. Hoy el stand-up ocupó parte de ese lugar, pero es otra cosa", sostiene.
Y remarca: "El cabaret tiene algo colectivo, desafiante, incómodo. Y hoy cuesta mucho sostenerlo porque el contexto cultural es tremendo". Cuando este medio le preguntó sobre el presente de los artistas en Argentina, ella no dudó: "Es muy triste, muy duro. Nos están pasando por encima. Abrís una red social y ves violencia, odio, agresiones. Decir que sos de ultraderecha se convirtió en una cucarda. Antes era vergonzoso. No me adapto a eso, intento resistir".
La palabra "resistir" le incomoda, pero la asume. "Preferiría estar nadando con la corriente, descubriendo cosas nuevas. Pero nos toca resistir. Y para eso hay que estar despiertas, juntarse, pensar juntas. El teatro no se muere, pero sí lo están dejando sin aire". ¿Es más difícil hacer humor siendo mujer? Gago lo responde: "No es riesgoso, pero sí sigue habiendo un sesgo. Todavía hay más humor hecho para varones, y mucho contenido retrógrado que circula como si nada".
De esta manera, sostiene que "la tele, por ejemplo, no arriesga". "Llama a los mismos que hacían reír hace 20 años. No va a probar algo nuevo. Y ni hablar de la comunidad trans. Falta muchísimo". Aún así, no se victimiza. "Hago lo que puedo con lo que tengo. Me encantaría tener más orden, más medios, pero si tengo una idea la quiero contar, y eso implica meterme en todo. Trato de no superponer cosas porque valoro mucho el tiempo. Parar, detenerse, mirar el paisaje".
La obra Artificial se presenta todos los jueves a las 20 horas en Dumont 4040, y propone una experiencia teatral distinta, donde nada está garantizado salvo una certeza: cada función será única. "El teatro es lo único que no se puede ver en una aplicación", insiste Gago. "Y cada función es distinta. Ahí está la magia. Ese contacto fugaz, efímero, entre quienes están arriba del escenario y quienes están abajo. Tal vez sea lo más real que nos queda", sentenció.