por Alejo Paredes
23 Mayo de 2025 12:22
Mientras en Europa los tenistas más destacados del planeta se alistan para Wimbledon, Bruno Stretti se mueve entre el gimnasio, la cancha y los pasillos de los clubes con la atención quirúrgica de quien sabe que cada detalle cuenta. En una charla exclusiva con BigBang, el entrenador patagónico, con pasado de tenista y multicampeón de experiencia atlética, ofrece una mirada descarnada y honesta del backstage del alto rendimiento. "Me conocen como tenista, pero jugué al fútbol, estuve en un Mundial de lacrosse... y sin quererlo, nunca dejé de ser tenista", dice- Su recorrido, que comenzó en una cancha de cemento de la Asociación Médica de Trelew, lo llevó a entrenar hoy con figuras del circuito en torneos como Roland Garros, y a preparar con precisión milimétrica la transición hacia la hierba de Wimbledon.
Si para el público el tenis es espectáculo y gloria televisada, para Stretti es todo lo contrario: "Lo que no se ve es una disciplina de trabajo que cuesta imaginar. Las entradas en calor larguísimas, las esperas eternas entre partidos, la presión de no desconcentrarse ni un minuto. Es una vida de foco total". El foco, justamente, se vuelve obsesión en Grand Slams como Wimbledon. El tenis siempre fue un deporte muy duro a nivel mental, pero sobre todo porque hoy en día está tan parejo que cualquiera le gana cualquiera y los partidos -si bien son larguísimos- se definen siempre por dos o tres puntos importantes en cada set", resalta.
Y sostiene: "Ya no es cuestión de habilidad, sino de estar mentalmente ahí todo el tiempo. Cada set se define por dos o tres puntos. Y si no estás preparado, se te va". Stretti divide las emociones del circuito entre quienes tienen estructura y quienes no. "Hay jugadores que viajan con equipo completo y contención. Pero hay muchos otros que están solos, lidiando con derrotas lejos de casa, con poco margen. Es un deporte muy ingrato en ese sentido". Él mismo vivió la cara oculta del profesionalismo. Por eso, en su rol de coach, cada rutina se adapta al cuerpo y la mente del jugador: "Hay días para entrenar fuerte y otros para frenar. Leer eso es clave".
Además, sostiene que "el descanso también es parte del entrenamiento". Wimbledon obliga a cambiar el chip rápido. "La pelota pica distinto, va más rápida, los puntos son más cortos. Se necesita adaptación física, oculomotriz y mental. Idealmente dos semanas de entrenamiento, pero no siempre hay tiempo", explica. En Argentina, además, la historia pesa: "La mayoría prefiere el polvo de ladrillo. Cambiar el estilo para pasto no es natural, cuesta mucho". Por eso en estas semanas, Bruno planifica cada detalle. Pero también deja espacio para improvisar: "Depende cómo se sienta el jugador. A veces se entrena menos y se trabaja más con el fisio. No hay recetas".

Stretti conoce el circuito como jugador y ahora como coach. Ese doble lente le permite comprender desde adentro las emociones de quien compite y desde afuera, empujar cuando todo parece desmoronarse: "En los partidos ya no podés hablar mucho. Solo alentarlos, mantenerlos despiertos, dar el empujón justo. Cada jugador necesita algo distinto: algunos un grito, otros una contención total". Esa empatía se le nota en la voz. Aunque no compite más, la adrenalina sigue viva: "Ser entrenador es vivir la competencia con el corazón afuera. Cuando jugás, al menos tenés control. Desde afuera, lo único que te queda es confiar y acompañar".
En su formación como deportista, el viento y el frío de la Patagonia no fueron obstáculos, sino escuela: "Allá entrenamos con lo que hay. Viento, lluvia o calor. Eso te forma el carácter. Y también las distancias. Ir a un torneo nacional era una odisea". Esa dureza climática y geográfica forjaron un entrenador que valora la adaptación, la lucha y la constancia. "Siempre trato de sacar lo mejor de cada jugador. Pero tengo claro que no todo es ideal. Por eso hay que aprender a competir en condiciones adversas. Porque eso es lo que te vas a encontrar siempre. Éramos uno de los muy pocos lugares de Argentina, sino el único que teníamos canchas de cemento y eran rapidísimas", sostiene.
Y aclara: !Así que siempre nos tocó un poco correr de atrás con eso". La historia de Stretti incluye experiencias tan dispares como el lacrosse y los Grand Slams. Y para él, esa amplitud fue una ventaja: "En el lacrosse aprendí a manejar grupos grandes, a desarrollar proyectos. En el tenis, todo es más individual. Pero todo suma. Mi historia tiene cemento en Trelew, torneos en Israel, y ahora Grand Slams en Europa. Y creo que eso me potenció". ¿Qué lo inspira? "La competencia todavía me gusta mucho. Tal vez porque no pude cumplir todo como jugador. Pero sigo en el circuito, compitiendo desde otro lugar", destaca en diálogo con este portal.
Según explicó, lo que lo mueve es dar "el máximo". "Si descansás, que sea para rendir mejor", insiste. Y cierra con una imagen casi cinematográfica, pero real: "Estar cara a cara con un número uno, con un ex campeón, te cambia. En Miami me crucé con Bob Bryan, con Robert Lindstedt. Siempre les hago una pregunta, algo que me sirva. Lo importante es saber escuchar y aprender". Desde las canchas rápidas del sur argentino hasta las alfombras sagradas del All England Club, Bruno Stretti construyó una carrera con identidad propia. No siempre visible, no siempre fácil, pero siempre real. Un coach de elite con raíz en la tierra y ojos en el césped. El 30 de junio comienza Wimbledon, y su historia, como tantas veces, seguirá escribiéndose desde el costado de la cancha. Empujando. Observando. Inspirando.