José "Pepe" Mujica, el ex presidente de Uruguay y referente mundial de la política austera y la ética de lo esencial, atraviesa los días más difíciles de su vida. A los 89 años, enfrenta la etapa terminal de un cáncer de esófago que se extendió a otros órganos. Desde su chacra de Rincón del Cerro, donde eligió vivir y morir con la misma sobriedad con la que gobernó, recibe cuidados paliativos para sobrellevar el dolor y la ansiedad, acompañado por su compañera de toda la vida, Lucía Topolansky. "Estamos haciendo lo necesario para que viva este último pasaje de su vida lo mejor posible", dijo la mujer este fin de semana en declaraciones a Radio Sarandí.

Con la serenidad de quien supo compartir más de cuatro décadas de lucha, amor y militancia, agregó: "Yo estoy hace más de 40 años con él y voy a estar hasta el final, eso fue lo que prometí". Pepe no concurrió este domingo a votar en las elecciones departamentales, una ausencia que conmovió a todo Uruguay. Desde el retorno de la democracia en 1985, nunca se había perdido una votación. Su estado de salud no se lo permitió. Fue el presidente Yamandú Orsi quien había confirmado la gravedad del cuadro: "Está mal. Estamos intentando todos tratar de cuidarlo".
En su chacra, Mujica todavía conversa, comparte ideas, pero su cuerpo ya no le responde como antes. "No hay que enloquecerlo", pidió Orsi, reconociendo la vigencia de su pensamiento incluso en este tramo final. El propio Mujica, con la honestidad brutal que lo caracteriza, había hecho público su diagnóstico meses atrás. En abril de 2024 reveló que padecía un tumor en el esófago, por el que atravesó 31 sesiones de radioterapia. Pero en enero, el escenario cambió: la enfermedad había hecho metástasis en el hígado. "No me cabe ni un tratamiento bioquímico ni la cirugía porque mi cuerpo no lo aguanta", dijo entonces al semanario Búsqueda.
Y con esa mezcla de crudeza y ternura que lo convirtió en un ícono global, sentenció: "Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso". Hoy, su entorno más cercano lo acompaña en ese deseo: calidad de vida, cuidados amorosos, y la mayor intimidad posible. "Está en la meseta, está a término. Es una situación terminal. Está con cuidados paliativos", afirmó Topolansky y remarcó "en esta etapa, están tratando que esté sin dolor, que pueda dormir y que no tenga ansiedad".
Pero como señaló Topolansky, con un personaje como Pepe "es medio imposible" evitar la atención pública. Porque su figura trasciende los límites de la política: es símbolo de coherencia, de resistencia, de la posibilidad de hacer de la ética un proyecto vital. "Lo que tratamos de hacer es reservar la intimidad de nuestra familia, pero con un personaje como Pepe es medio imposible", aseguró. Mujica expresó más de una vez su deseo de llegar a los 90. Esa fecha, el 20 de mayo, está muy cerca. Su entorno mantiene la esperanza de que lo logre. Mientras tanto, el país entero lo abraza en silencio, respetando su elección de partir sin estridencias y fiel a su estilo.