El horror no da tregua en Córdoba. Apenas 48 horas después de que se confirmara que los restos humanos hallados en una bolsa de consorcio pertenecían a Brenda Torres, una joven de 24 años desaparecida días atrás, el espanto volvió a golpear. Esta vez, fue el turno de los operarios de la empresa Caminos de las Sierras, que, mientras trabajaban en una luminaria sobre la avenida Ramón J. Cárcano al 200, encontraron otra bolsa con partes del cuerpo de la víctima. El hallazgo se produjo a escasos metros del sitio donde, el viernes, un sereno descubrió los primeros restos: un brazo y una mano cercenados.
El nuevo hallazgo, según confirmaron fuentes judiciales, contenía miembros inferiores que pertenecerían también a Brenda. La escena fue acordonada de inmediato por personal del Comando de Acción Preventiva, Unidades Especiales y la División Investigaciones de la Policía de Córdoba, mientras se esperaba la llegada de Policía Judicial y del fiscal Horacio Vázquez, quien encabeza la investigación. La hipótesis que por ahora guía las pesquisas es inquietante: un posible ajuste de cuentas relacionado con el narcotráfico. Brenda tenía antecedentes por narcomenudeo y causas por violencia familiar.
El relato de Ramón Ramírez, el sereno que encontró los primeros restos, pone la piel de gallina. "Salí a las 9, andaba por el terreno buscando cardos. Ahí encontré una bolsa negra que el jueves a las 16 no estaba", contó en diálogo con Telenoche. "Pensé que era una criatura. Seguí sacando y parecía carne de chancho, hasta que vi un brazo... Cuando vi la mano llamé al capataz y le dije lo que estaba pasando", relató visiblemente conmocionado. "Me subió la presión. Me puse mal porque nunca vi algo así".
En el interior de la bolsa, confirmaron los peritos, estaban los brazos y antebrazos de la joven, seccionados en varias partes. Gracias al sistema Morpho Bis -un sistema de identificación por huellas dactilares- se logró confirmar que se trataba de Brenda Torres. Los investigadores creen que el asesino, o los asesinos, distribuyeron los restos de manera deliberada, aprovechando la niebla de esa noche para encubrir la escena. La franja horaria en la que se habría producido el descarte también está bastante delimitada: entre el jueves por la tarde y la mañana del viernes. Todo apunta a un acto cuidadosamente planificado.
De acuerdo con las autoridades, los culpables buscaron por todas las vías no solo eliminar a la víctima, sino dejar un mensaje. La brutalidad con la que se ejecutó el crimen refuerza la hipótesis narco. El descuartizamiento, la exhibición pública de los restos y la elección de lugares visibles para su descarte remiten a métodos de intimidación propios de bandas criminales. Sin embargo, hasta ahora no hay detenidos y la causa apenas comienza a rasgar la superficie de un entramado más oscuro. Ni el Gobierno de Córdoba ni las máximas autoridades del Ministerio de Seguridad de la Nación se pronunciaron con claridad sobre el caso.