A semanas de cumplirse un año de la muerte de Daniel "La Tota" Santillán, su hija Daniela Carias alzó la voz con un tono tan firme como desconcertado: "La causa está parada hace un año. No tengo ningún tipo de información", aseguró en el programa A la Tarde, de América TV. El conductor, una de las figuras más populares de la movida tropical, murió el 22 de septiembre de 2024 en circunstancias que para la justicia fueron un suicidio, pero que para parte de su familia siguen siendo una herida abierta. Carias dijo estar atravesando un momento de profunda tristeza, marcada por la cercanía del aniversario de su papá.
El 1 de agosto, La Tota hubiese cumplido 58 años, algo que también generó una profunda herida en el corazón de Daniela. Pero más allá del dolor, lo que la empuja a hablar es la inacción judicial y las irregularidades en torno a la investigación. "Todavía estoy con muchas dudas", repitió. Y las razones no son pocas. Una de las mayores inquietudes tiene nombre propio: el celular de La Tota, que desde el día de su muerte quedó bajo custodia policial.
Pero, según denunció Daniela, "hubo movimientos extraños en redes sociales y grupos de WhatsApp" ligados al número del conductor cuando el teléfono ya estaba en manos de las autoridades. Un dato inquietante, que no fue explicado por la justicia ni investigado en profundidad. "El teléfono lo tiene la Policía", afirmó. Pero en los meses posteriores a la muerte de su padre, alguien aparentemente accedió al dispositivo. Al menos, las cuentas del conductor mostraron actividad.
Por ese motivo, Carias se pregunta ¿quién manipuló el celular? ¿con qué fin? y ¿por qué no hay explicaciones oficiales? La hipótesis judicial, desde un primer momento, apuntó a un suicidio por asfixia en medio de un incendio dentro de su vivienda en Castelar. Se basaron en antecedentes de salud mental, intentos previos de quitarse la vida, y un entorno que describieron como caótico y plagado de angustias: problemas económicos, denuncias judiciales y la imposibilidad de ver a sus hijas menores.
Incluso, sobre La Tota pesaba una condena reciente por violencia de género. Daniela Carias no niega esa historia. De hecho, reconoció que su padre fue internado seis veces, y que tuvo cuatro intentos de suicidio. Pero insiste en que el contexto previo a su muerte era diferente. "Estaba tomando la medicación, en un periodo de trabajo activo, cerca de sus amigos y familia", recordó. Una frase que choca con la conclusión apresurada de la justicia.
Daniela también habló del costado más íntimo de su padre: el que sufría en silencio. "Mi hermana va a cumplir 15 años y desde hace seis años que él no la veía", contó con la voz quebrada. La imposibilidad de ver a sus hijas pequeñas, Camila y Mía, nacidas de su relación con Sol Fiasche, fue uno de los grandes dramas de su vida. Un drama que derivó en denuncias cruzadas, rupturas familiares irreparables y aislamiento emocional. A partir de la audiencia judicial que definió la tenencia, el vínculo entre hermanos se cortó. "Desde el juicio, no las vi más. No me comuniqué más tampoco. No tenemos vínculo", confesó.
Durante el programa, Luis Ventura arrojó un dato aún más inquietante: el abuelo de las hijas menores de Santillán, abogado con peso en el ámbito gremial, habría impulsado una "política de bloqueo" que dificultó el acceso a información vital para la familia del conductor. "El abuelo de las hijas de la Tota es un poderoso abogado que llevó adelante la política de bloqueo de un montón de situaciones", dijo Ventura en vivo. En ese entramado de silencio institucional, poder judicial lento y conflictos familiares no resueltos, Daniela parece estar sola. A un año de la tragedia, el expediente sigue quieto y las preguntas siguen sin respuesta.
La hija de La Tota se pregunta por qué nadie investigó los movimientos del celular, qué pasó realmente en la casa de Castelar esa noche y por qué no se transparentó el procedimiento judicial. Lo cierto es que Daniel "La Tota" Santillán —Ricardo Daniel Carias, su verdadero nombre— murió a los 57 años luego de una década marcada por la depresión, las adicciones, la judicialización de su vida personal y la pérdida de su lugar en los medios. Había sido ídolo de la televisión popular y figura de la movida tropical, pero en los últimos años la oscuridad le ganó la pulseada.
Fue internado múltiples veces, protagonizó episodios confusos, confesó en entrevistas que "estuvo a punto de tirarse de un tercer piso", y enfrentó causas judiciales que lo condenaron por violencia de género y amenazas. En 2023, había recibido 5 años y 6 meses de prisión por estos delitos.