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"No murió nadie"

Gabriela Sari en BBN: de su estreno con El Secreto a la negación del duelo por su separación de Rulo Schijman

La actriz estrena obra este miércoles 20 de agosto y su relación terminó en muy buenos términos.

19 Agosto de 2025 14:47
Gabriela Sari en BBN.

Gabriela Sari está de estreno con El Secreto, la obra que dirige Manuel González Gil que podrá verse de miércoles a domingo en el Teatro Multitabaris, con un elenco que completan Gerardo Romano, Ana María Picchio y Rodrigo Noya. La propuesta busca ser íntima y poder profundizar en lo dicho -y no lo dicho- dentro de una familia. Al mismo tiempo, la actriz negó vivir como un duelo su separación del padre de su hija, Darian "Rulo" Schijman, después de 11 años de relación.

En diálogo con BigBang, Sari llenó de elogios a la dirección de la obra que está basada en un libreto del francés Eric Assous, y analizó la importancia que tiene para lograr el éxito la química que existe dentro de los elencos, la cual muchas veces no se da. Al trabajar desde muy chica tanto en teatro como en cine y televisión, también reflexionó sobre el espectador actual en el mundo de las plataformas y el entretenimiento en los celulares.

Gabriela Sari en El Secreto.

Sobre su separación rechazó el término de duelo para ser usado en esas ocasiones y habló de cómo siguió la familia que compone con su ex, con quien tienen a su hija Donna en común. Tal como había confirmado en cuanto el distanciamiento se concretó en abril de este año, la buena onda entre ambos es un hecho que se concreta en salidas que hacen de a tres.

¿Con qué se va a encontrar el espectador que venga a El Secreto?

- Con una obra que los lleva a reflexionar. Creo que no hay nada mejor cuando uno va a ver una obra que cuando termina decís: "No te puedo creer lo que pasó", y que salís muy enganchado. Por lo menos a mí ese es el plan que más me divierte cuando voy al teatro y veo una obra que me deja conmovida, que me movilizó, que en algo me tocó, que me sentí identificada o no. Creo que tiene tantos matices esta obra, y tantas situaciones que suceden en la vida. Es inevitable que el espectador no se vaya conmovido.

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Elogiaste mucho a Manuel González Gil, ¿qué valor agregado le puso a esta obra la dirección? ¿Qué sentís que aportó que te conmueve tanto?

- Tiene una manera de dirigir con mucha pasión y mucha entrega, y cuando a veces se pone adelante y representa las situaciones es como wow. Me hace acordar -le decía- a cuando estudiaba teatro con (Norman) Brisky, Luis Romero, (Marcelo) Savignone, todos mis maestros de teatro, que realmente lo llevan en la sangre. Es impresionante la manera en que él comunica, interpreta, te hace pensar para dónde va el sentimiento. Es conectarse sí o sí con la verdad absoluta. Esto no es una ficción donde uno puede cortar, empalmar, seguir. No, acá es entrar por un tubo y fluir.

Se vio mucha química entre el elenco. ¿Esto es fundamental para llevar una obra adelante que tenga éxito?

- Sí, lo es. Pero a veces puede suceder o no. Lo bueno es que sucedió. Hace poco Ana María  (Picchio) me dejó un mensaje y me dijo: "Después de esta obra no sé qué va a pasar, no sé qué vamos a hacer, pero ustedes ya son nuestros hijos. Ya los adoptamos como eso, a mí no me importa nada, yo te quiero". Habíamos trabajado juntas en una tira de Sebastián Ortega en Telefe y la conocía. No compartíamos tantas escenas, pero es la Picchio, con todas sus ocurrencias y su manera tan brillante de interpretar. Y tener esta intimidad en el teatro, porque es lo que te llevan los ensayos, ya son tu familia. Lo mismo me pasó con Tom Dick & Harry, con Mariano Martínez, Yayo, El Bicho, Claribel Medina.

Rodrigo Noya, Gerardo Romano, Ana María Picchio y Gabriela Sari integran el elenco de El Secreto de Manuel González Gil.

Tuviste nominaciones por esa obra y por tu personaje.

- Fue una alegría y también inesperado. Esta obra no para de darme regalos. Sí me nominaron por ese personaje, Linda. Acá lo que se forma también es como una nueva familia. Ya dejé a mi familia anterior, pero van a seguir siendo, porque yo me los encuentro y es verse de nuevo a los ojos y ya está: entramos en esa sintonía. Por eso a veces nos tildan a los actores de que somos re cariñosos, "que se abrazan, que saltan uno arriba del otro". Pero bueno, es porque también estamos trabajando con las emociones todo el tiempo. Es inevitable a veces no involucrarse con el otro.

Venís de una época en la que la ficción en televisión era abundante. ¿Qué fue sucediendo en el consumo, en el espectador, que hoy esa ficción ya no está en la televisión?

- Hubo una adaptación de lo que necesita el público, el televidente. Me parece que hoy no les resulta esto de sentarse y almorzar una hora. Es como muy vertiginoso. Entonces ya casi como que están con los shots. Viendo 15 minutos, 20 minutos. "Una tira de una hora tengo que estar sentado frente al televisor, es imposible". Entonces arrancan con las series. Supongo que empezó a pasar eso. Porque antes teníamos, por ejemplo, Muñeca Brava. 33 puntos de rating hacía. Era una locura. Se paraba el país para ver la novela. Por un lado se añora también eso. Además es una fuente de trabajo que hoy escasea para muchas personas, los técnicos, la producción. Creo que se podría rever cierta modalidad un poco más moderna quizás. Con capítulos que duren media hora.

Darian "Rulo" Schijman y Gabriela Sari con su hija Donna.

Tenés un duelo hecho por esa época. ¿Cómo viene el duelo de tu relación con Rulo Shijman? Después de 11 años.

- No, no es un duelo. ¿Cómo lo voy a sentir así si no murió nadie?

Bueno, pero se le dice así a las separaciones.

- ¿Ah, sí? Ah, no sabía.

El duelo emocional, sentimental, de una relación que terminó.

- No lo vivo así porque somos una familia. Solo que no estamos viviendo juntos y ya no somos pareja. Pero seguimos siendo una familia. Entonces no hay que duelar, digamos. Sí uno obviamente puede estar transitando un estadio de tristeza, pero esa palabra para mí está aparte de nuestra situación. Nosotros tenemos una relación muy buena, con Donna nos llevamos bárbaro, salimos a veces a almorzar los tres. En un punto seguimos funcionando. Dejamos de ser una pareja, pero seguimos siendo un montón de otras cosas más.