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Manifiesto a la irracionalidad

"Voracidad": un melodrama dark inscripto en lo más aterrador de la cotidianeidad familiar

No apta para cobardes.

18 Septiembre de 2025 08:48
Voracidad está todos los sábados a las 20horas en Espacio Polonia

"¡Yo no soy una asesina!", se escucha como un mantra en Voracidad, un melodrama dark que no deja a nadie indiferente. La obra que tiene la espectacular dramaturgia y dirección de Julián Smud y las impecables actuaciones de Facundo Cardosi y Yara Ribas es un verdadero espejo para las relaciones de familia, de pareja  y de amistad. Es un compendio de emociones encontradas y la locura a flor de piel. 

¿Quién no ha tenido una relación que se va de las manos? Desesperados pedidos de atención, melodrama montados en la cotidianidad por un simple hecho que no fue como esperábamos. Voracidad lo expone claramente: el deseo de pertenecer, de ser amados, la imperiosa necesidad de ser queridos lleva hasta al más brillante de los seres humanos a explorar la más lúgubres escenas de manejo de poder de esa persona amada, que se convierte en un verdugo distinguido.  

Voracidad está todos los sábados a las 20 horas en Espacio Polonia

En una charla profunda para BigBang, Smud contó que la obra surgió a partir de unos escritos suyos cuando cursaba una Diplomatura de Dramaturgia en la Paco Urondo en la que empezó a imaginarse a una madre de unos 60 años que desesperaba cada vez que su hija le hablaba y ésta no contestaba. Sin embargo, la magia del teatro radica en lo colectivo y es ahí donde Cardosi propuso, propuso y propuso: de esta dupla creativa empezaron a salir los personajes de la obra que son descalibrados, inocentes, destructivos pero sobre todo, demasiado humanos. 

Voracidad está basada en hechos reales y es la historia de dos hermanos gemelos que parecen convivir en un infierno absurdo de recuerdos y, la angustia por sobrevivir el uno con el otro los lleva a límites insospechados con un final verdaderamente maquiavélico donde "el fin justifica los medios". 

Facundo Cardosi en Voracidad

 

La obra se presenta todos los sábados a las 20 horas en Espacio Polonia (Fitz Roy 1475). Polonia se configura como un espacio de teatro independiente con una sala acogedora, cómoda y muy íntima pero que cuenta también con un espacio al aire libre que parece el patio de una casa en la que lo cotidiano puede volverse mágico. Hay comida y tragos a precios nacionales y populares. ¡Imperdible!

 

Entrevista completa con Julián Smud para BigBang

 

¿Por qué elegiste este sustantivo tan maravilloso para el nombre de tu obra, que es "voracidad"? 

A mí siempre me atrajeron esos vínculos en los que hay personas que se autoperciben corridas del afecto de otras y están siempre necesitando una señal o una prueba de que son queridas. Entonces, se ponen en un lugar de manipulación -de manera inconsciente- en la que están todo el tiempo generando situaciones en donde tratan de percibir una señal de cariño del otro y se vuelven muy avasallantes porque nada termina de encajar en su paisaje mental.

Esa persona desde su lugar de víctima se vuelve muy voraz. Si uno lo imagina, haciendo un juego con el pensamiento, lo lleva a un extremo... se vuelve un caníbal. O sea, te quiere incorporar. No puede soportar ciertas diferencias que hacen que no puedan estar conviviendo un mismo paisaje y que fluya el cariño. Así, los personajes sienten que son víctimas del otro. 

¿Cómo llegaste a inscribir esta obra en un melodrama dark?

Escribiendo sobre la obra me apareció. Me gustó porque porque de alguna manera reflejaba un género que -obviamente nosotros no vinimos a inventar nada- viene porque queremos que sea un realismo corrido, algo que de alguna manera sea posible, que vos puedas identificarte con ciertos aspectos de algo familiar o de algún vínculo medio tóxico, con un nivel de intensidad que por momentos se volvía melodramático.

Yo lo vinculo un poco con estas escenas de estas personas que muchas veces tienen ese registro de no ser queridas lo suficiente y a veces hacen escenas melodramáticas. 

Yara Ribas en Voracidad 

 

Totalmente, las risas en las en las risas en la sala eran histéricas...

Hay gente que se ha enojado con otros que se han reído. Cuando uno entrega la obra al público no sabe qué puede pasar... no es que nosotros buscamos a través de ciertos gags la risa, se te va de las manos eso. Esa risa que no sabes por qué te viene y por que hay veces que también estas situaciones -yo las llevo al plano real- son graciosas, porque voy a decir, "Che, no puede ser que me esté pidiendo reclamando tal cosa"... O sea, esto es patético, te puede causar gracia y a la vez no deja estar el dolor merodeando tampoco.  Es una mezcla de sensaciones. 

Otra cosa para destacar es el trabajo que despliegan en escena tanto Rivas como Cardosi. ¿Cómo fue el proceso de esa mezcla de lo díptico con la angustia de lo real de los dramas familiares? 

Ellos la rompen y justamente la obra tuvo un proceso largo, con varias versiones. Yo quería que predomine siempre la actuación por sobre cualquier otro aspecto, por sobre cualquier otro lenguaje. Pero no quería que la actuación use la obra para hacer un despliegue y que sea un trampolín a un despliegue por fuera de lo narrativo. 

Entonces el dilema era cómo hacer para que los personajes puedan hacer ese despliegue, porque para mí ellos son unos genios, pero siempre contenidos dentro de un relato, que a la vez también cuando estás contenido dentro de un relato, te potencia. La obra se fue construyendo también a partir de muchas propuestas de improvisación. 

Voracidad está todos los sábados a las 20 horas en Espacio Polonia

Nosotros empezamos sobre todo con Facu que  es una máquina de proponer y creo que a través de de este cruce de lenguajes, que yo tenía en la cabeza, más lo que él proponía, yo empecé a escribir y bueno, nos han quedado un montón de cosas por fuera, como suele suceder, no sabemos si es la mejor versión, pero sabemos que sí es la nuestra.

 

Desde tu lugar como actor, dramaturgo y director... ¿Cómo es producir teatro independiente en épocas de motosierra?

Lo difícil para mí es hoy en día hacerse el tiempo para poder ensayar este tipo de cosas sabiendo que cada hora que tenés del día la necesitás para producir dinero para llegar a fin de mes. O sea, ya es un lujo juntarse a ensayar dos horas, tres horas, cinco horas, diez horas por semana con la incertidumbre que te va a generar un proyecto de teatro independiente, que en realidad, lo que te va a dar es una especie de paréntesis a la realidad, una bocanada de aire. 

Siempre tenés la esperanza de que se arme, de que la obra pueda ir a algún festival, que venga más gente. Pero al principio arrancás con esa incertidumbre. Nosotros la producción la hicimos muy -muy- entre nosotros: la escenografía, la fuimos a buscar a la casa de una persona que estaba desarmando su casa, o sea, fue todo muy artesanal... La producción condiciona un poco y nosotros tratamos dentro de nuestra precariedad, que no se escape del ideal estético que teníamos. 

 

Contame más sobre Espacio Polonia... 

Nosotros éramos un grupo de amigos actores que hicimos una obra hace 15 años en Mar del Plata, se llama esta obra se llamaba PH. Estuvimos conviviendo casi dos meses allá y cuando llegamos para hacer las funciones, el teatro en el que íbamos a estar estaba destruido. Entonces, a partir de ahí, nos pusimos a laburar en ese teatro: a pintarlo, a arreglarle los pisos, los baños y terminamos haciendo las funciones.

A partir de ahí y de que nos llevábamos bien, una en una de esas noches de charla salió che, '¿por qué no armamos nosotros nuestro espacio?' Pero bueno, siempre son esas charlas como una expresión de deseo, pero que quedan ahí, como una anécdota.

Pero por suerte, uno de los chicos, Ezequiel Hellborn, al mes que llegamos nos dice, 'Che, encontré un lugar, un PH que está medio reventado, pero lo podemos recuperar'. Así nos pusimos de acuerdo y empezamos a gestionar el espacio que en principio era para hacer nuestras cosas, para ensayar.

En Polonia hay una especie de ambiente hogareño que tiene que ver con un espíritu que ya se generó en ese entonces que era armar un lugar en el que podamos tratar a los elencos como nos gustaría que nos traten a nosotros en los teatros. Lo empezamos a abrir y empezó a tomar esta dimensión de teatro; lo empezamos a gestionar entre los que éramos, que éramos cuatro. Bueno, con el avatar de la vida misma ya hace un par de años, quedé yo solo. 

Allí traté de que la programación esté de alguna forma vinculada con una identidad propia pero también somos bastante abiertos en relación a la curaduría, porque nos parece que está bueno que venga gente a probar cosas, que hagan sus óperas primas, que se mezclen quizás con otras cuestiones más elaboradas o de gente con más trayectoria. Que sea un lugar de cruce de gente que se conozca... Se ha conocido mucha gente, se han casado después de conocerse en Polonia, han tenido hijos, han armado salas. Que sea un espacio de encuentro y que potencie también posibles proyectos culturales.