Cinco años después de aquel Ghost of Tsushima que catapultó a Sucker Punch al olimpo de los estudios de PlayStation, llegó su esperada secuela, Ghost of Yotei, el último gran exclusivo de Sony en 2025. Y aunque el título podría haber optado por lo fácil -más mapa, más enemigos, más de todo-, el estudio estadounidense eligió el camino del refinamiento. No es una revolución, pero sí una evolución consciente, elegante y madura.
Ambientado en la región de Ezo, lo que hoy conocemos como Hokkaido, en el año 1603, el juego nos traslada al inicio del período Edo, con un Japón que comienza a estabilizarse tras siglos de guerras internas. Pero esta vez, la historia no se centra en los grandes conflictos entre clanes, sino en una venganza íntima y feroz: la de Atsu, una protagonista que crea su propia lista de muertes -los "Seis de Yotei"- para cobrarse cuentas pendientes con el clan que destruyó su vida. Sí, el argumento vuelve a girar en torno a la venganza, pero lo hace con un tono más emocional, casi cinematográfico, más Kill Bill que Kurosawa.
Connell y su equipo apostaron por personajes más humanos y mejor construidos, con un guion que da espacio tanto a la acción como al silencio. Esa sensibilidad narrativa es, sin duda, el gran salto de calidad de Sucker Punch. En lo jugable, Ghost of Yotei es un espejo afinado de su predecesor. El combate sigue siendo el alma del juego, pero ahora se amplía con un abanico de armas que da variedad y profundidad al sistema. A la clásica katana se suman la doble katana, la yari (lanza), la kusarigama y la imponente odachi. Cada una tiene su propio árbol de habilidades y una razón de ser dentro del flujo de batalla.
Los duelos y enfrentamientos uno a uno siguen siendo momentos de pura adrenalina, pero el título también añade un nuevo compañero: un lobo aliado, que puede intervenir en combate o salvarte de la muerte si lográs liberar y fortalecer a su manada. No es una mascota constante, sino un recurso estratégico que aporta frescura al sistema. El sigilo, en cambio, mantiene su papel complementario. Permite abrir enfrentamientos o sortear guardias, pero no logra el mismo impacto que la acción directa. En comparación con Assassin's Creed Shadows, su vecino espiritual de 2025, Yotei se queda algo atrás en verticalidad y diseño de niveles.
Sin embargo, todo esto lo compensa con una dirección artística sobresaliente. Visualmente, el juego vuelve a ser una postal viviente. Sucker Punch renuncia al hiperrealismo para abrazar un estilo pictórico y poético, donde los colores saturados, las hojas al viento y los cielos teñidos de melancolía crean un espectáculo constante. Cada plano parece pensado para una captura. El estudio vuelve a demostrar que la belleza también puede ser una forma de narrativa. La banda sonora merece mención aparte. Atsu carga en su espalda un samisen, instrumento que no solo acompaña la historia, sino que transforma la música en un personaje más.
Los temas van del lamento íntimo a la furia épica, marcando los latidos del viaje con una sutileza admirable. En una entrevista reciente con GamesRadar, el director creativo Jason Connell aseguró que no le preocupa si los jugadores se saltan parte del contenido. "Mientras se diviertan, realmente no nos importa", dijo. Esa declaración encaja perfectamente con el espíritu del juego: un mundo abierto que no obliga, sino que invita. Yotei no busca abrumar con iconos o misiones genéricas, sino que apuesta por un contenido más selecto, donde las mejores historias secundarias -las "leyendas" y los "maestros"- brillan por su puesta en escena y sus guiños al folclore japonés.
En ellas, Sucker Punch se permite incluso flirtear con lo sobrenatural. Más y mejor, pero no más grande Ghost of Yotei no pretende reinventar la fórmula, sino perfeccionarla. Su mapa es más contenido, pero cada rincón tiene algo que contar. La progresión, más orgánica, se basa en rumores, exploración y vínculos con los NPC, más que en niveles o estadísticas. Es un mundo que se siente vivo y coherente. ¿Su talón de Aquiles? Algunas misiones secundarias aún repiten el esquema de "andá, matá y volvé", y el sigilo no brilla como debería. Pero son detalles menores en un conjunto que respira equilibrio, madurez y lo más importante, horas y horas de diversión.
Ghost of Yotei es una secuela que honra al original sin quedar atrapada en su sombra. Más introspectivo, más emocional y más consciente de lo que quiere ser, el juego demuestra que Sucker Punch ha entendido perfectamente su propio legado. No es una revolución, pero sí una lección de elegancia en el diseño de secuelas. Y si, como dice Connell, el honor está en disfrutarlo a tu manera, entonces el fantasma volvió a cabalgar con dignidad.