El cielo chaqueño guardaba un secreto. A simple vista, parecía una tarde tranquila en Puerto Tirol, hasta que un gigantesco cilindro metálico cayó desde los cielos y se estrelló en la tierra a gran velocidad. Fue Ramón Ricardo González, dueño del ex Campo Rossi, quien primero lo vio brillando entre los pastizales. Al principio creyó que era un tanque de agua viejo, pero cuando se acercó se llevó una gran sorpresa. Lo que encontró medía 1,70 metros de largo por 1,20 de diámetro, estaba hecho de fibra de carbono y tenía un detalle que lo volvía más intrigante aún: un número de serie marcado en su superficie.
Para las autoridades que llegaron minutos después del hallazgo no había dudas: aquello no era un pedazo de maquinaria agrícola perdida, sino chatarra espacial de SpaceX, la empresa fundada por Elon Musk. El desconcierto fue tal que la policía chaqueña activó un operativo especial. Bomberos, peritos y la Sección Explosivos desembarcaron en el campo con cautela, como si se tratara de un ovni caído de otro mundo. Revisaron cada centímetro de la pieza, confirmaron que no había combustible ni riesgo de explosión, y aun así marcaron un perímetro de seguridad de 30 metros. Nadie podía acercarse sin autorización.
La estructura sorprendió incluso a los técnicos: tenía un orificio de 40 centímetros en un extremo y un sistema de válvulas en el otro, como si hubiera formado parte de una maquinaria de alta complejidad. "Esto no salió de una chatarrería, vino del cielo", murmuró un bombero, mientras los curiosos grababan con sus celulares desde la tranquera. En el pueblo, las teorías se multiplicaron: que se trata de un fragmento de un cohete Falcon 9, que podría haber sido parte de un satélite en desuso, que Musk está "tirando su basura en los campos argentinos". Todo esto, vale aclarar, sin ningún tipo de confirmación oficial de peritos especializados en el tema.
Lo cierto es que para los vecinos Chaco, de la noche a la mañana, se convirtió en un inesperado depósito de la conquista espacial. Mientras tanto, la extraña reliquia descansa custodiada en Puerto Tirol, convertida en atracción local y en motivo de bromas: "¿Y si le mandamos un mensaje a Elon Musk para que venga a buscar lo que es suyo?", sugirió entre risas un productor de la zona. El misterio sigue abierto y Chaco, al menos por un día, vivió una historia de ciencia ficción.