En medio del crudo invierno que azota a la Costa Atlántica, Mar del Plata amaneció este martes con una noticia desgarradora: un hombre de 52 años, en situación de calle, fue hallado sin vida dentro del garaje donde dormía, en pleno microcentro de la ciudad. Había pasado la noche refugiado en ese espacio gracias a la solidaridad de una vecina. La ola polar, sin embargo, no tuvo piedad. El hallazgo ocurrió alrededor de las 8:00 de la mañana, en la calle 14 de Julio al 1700. Fue la misma vecina que desde hacía tiempo le abría las puertas de su hogar para que pudiera dormir resguardado del frío quien encontró el cuerpo, ya sin vida, al momento de abrir el portón.
Inmediatamente llamó al 911. La ambulancia del SAME llegó, pero los profesionales de la salud ya no pudieron hacer nada. Solo constataron el deceso. La víctima era conocida en el barrio. "Era una persona muy querida en la zona", contaron los vecinos entre lágrimas y bronca. Desde hacía dos años vivía en situación de calle y solía cuidar autos en la zona. No molestaba. No pedía. Aceptaba lo que se le ofrecía con respeto. Algunos vecinos incluso lo invitaban a ducharse, le compartían ropa de abrigo o lo acompañaban con una charla y un mate. "Le dábamos comida, ropa, lo dejábamos dormir en el garaje para que no pasara frío", contaron.
A pesar del afecto y el sostén comunitario, el hombre arrastraba una historia de adicciones que dificultaba el acceso a la asistencia formal. Desde la Secretaría de Desarrollo Social informaron que había rechazado en varias oportunidades los programas de acompañamiento ofrecidos por el municipio. "Era parte del barrio. Siempre ayudaba, era respetuoso y educado", dijeron quienes lo trataban a diario.- No se registraron signos de violencia y la causa quedó caratulada como "averiguación de causales de muerte", a la espera del resultado de la autopsia. La principal hipótesis es clara: hipotermia. Muerte por frío. Por abandono. Por exclusión.
La fiscal Ana María Díaz, de la UFIJ N.º 6, está a cargo de la investigación. El invierno no solo congela los cuerpos: también revela el rostro más cruel de una sociedad que se va acostumbrando a mirar hacia otro lado. Personas que mueren en silencio, en soledad, a la intemperie. No es una cuestión climática. Es estructural. En un país donde la pobreza crece, los dispositivos de contención se desbordan o se desmantelan, y donde la empatía -cuando existe- es sostenida apenas por redes vecinales espontáneas.
No basta con la caridad. Hace falta decisión política. Hace falta reconocer que nadie debería morir por frío en un país que produce alimentos, que genera energía, que construye hoteles. Nadie debería quedar librado al azar del clima, a la buena voluntad del vecino o al abandono estatal. Mientras se esperan los resultados de la autopsia, en Mar del Plata los vecinos encienden velas. No por el frío. Por la ausencia. Porque murió alguien que estaba ahí, que vivía entre ellos, que tenía nombre y una historia.