La trágica muerte de Silvina Luna hace dos años sigue siendo un eco ensordecedor que retumba en la conciencia colectiva de Argentina. Lo que comenzó como un sueño de perfección estética terminó convirtiéndose en una pesadilla indescriptible, un verdadero cuento de terror protagonizado por Aníbal Lotocki, un pseudo médico que operaba como si fuera un moderno Frankenstein.
El relato escalofriante que destapó esta semana Fernando Burlando, abogado de la familia de la modelo: "Probamos que el producto que se encontraba en laboratorios no era el que usaba este hombre, es un material industrial el que tienen las chicas en su cuerpo, que no tiene nada que ver. Esto era un preparado que hacía Frankenstein", declaró Burlando con una mezcla de indignación y horror, describiendo las prácticas de Lotocki, que está condenado a ocho años de prisión pero cuya sombra parece extenderse mucho más allá de su sentencia.
Según la última pericia que destapó el abogado, Lotocki: "Mezclaba con grasa y todo lo hacía en un lugar que no estaba habilitado para hacer las intervenciones que hacía", dijo y en la misma línea, confirmó lo que muchos temían: su muerte fue producto de un tromboembolismo pulmonar derivado de una sepsis, originada por una enfermedad granulomatosa gigantocelular causada por un cuerpo extraño.
En palabras más simples y aterradoras, su cuerpo fue invadido por sustancias que jamás debieron haber estado allí: "La cantidad que tenía Silvina le generaba impedimento para movilizarse; era infernal", reveló Burlando, comparando el daño con una sobredosis absurda: "Es como decir: '¿Un Geniol te hace mal?' Y no, pero tómate tres kilos de Geniol y al día siguiente me cuentas las consecuencias".
Burlando expuso la negligencia médica y también la crueldad con la que Silvina fue tratada en sus últimos días mientras recordó con angustia cómo la modelo había descrito su postoperatorio, un episodio que parece sacado de una película de terror: "Ella salió a cococho de ese lugar, casi dormida y después de una intervención, porque no la querían dejar ahí porque se venía el fin de semana", relató.
Pero el horror no termina ahí. Luna no solo enfrentó el calvario físico derivado de las intervenciones de Lotocki, sino también el desprecio y las frivolidades de una sociedad que muchas veces juzga sin entender. Burlando recordó las palabras crueles que escuchó en los propios tribunales: "'Y bueno, si se fue a hacer el c..., que se embrome'".
El caso de Silvina Luna no es aislado; otras mujeres también fueron víctimas del "Frankenstein" de la medicina estética. Pamela Sosa, Stefy Xipolitakis y Gabriela Trenchi son solo algunos nombres en una lista que parece interminable. Todas ellas cargan con las secuelas físicas y psicológicas de procedimientos que nunca debieron haber ocurrido.
Fernando Burlando expresó su alivio por los hallazgos recientes del cuerpo médico forense, aunque lamentó que esta información no estuviera disponible durante el juicio que se inició contra Aníbal Lotocki por la muerte de Silvina Luna: "La Justicia no se equivocó, no se corrió ni un centímetro de su camino. Sí, fue muy lenta", admitió. Sin embargo, para las víctimas y sus familias, la lentitud judicial es otro monstruo en esta historia aterradora.