El barrio privado La Delfina, en Pilar, fue escenario de un crimen que sacudió a la comunidad el 22 de febrero de 2024. El ingeniero Roberto Wolfenson, de 71 años, perdió la vida en circunstancias que, inicialmente, parecían ser producto de un paro cardiorrespiratorio. Sin embargo, la verdad detrás de su muerte reveló una trama de traiciones, insultos xenófobos y un enfrentamiento mortal con su empleada doméstica, Rosalía Soledad Paniagua.
Paniagua, de 36 años, fue condenada este jueves a prisión perpetua por el homicidio de Wolfenson. El veredicto fue dictado por el Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de San Isidro, compuesto por los jueces Esteban Andrejin, Osvaldo Rossi y Victoria Santamaría Guglielmetti. La fiscal Laura Capra había solicitado esta condena en la última audiencia del juicio, mientras que la defensa de Paniagua argumentó que el crimen ocurrió durante un forcejeo tras ser descubierta robando.
Rosalía Paniagua había comenzado a trabajar en la casa de los Wolfenson el 2 de febrero de 2024, reemplazando a Gladys, la empleada doméstica habitual que estaba de vacaciones. Aunque inicialmente su contrato era hasta el 29 de febrero, su última jornada se adelantó al 22, cuando Wolfenson le pagó y le pidió que no regresara. Ese día quedó marcado por una serie de eventos que terminarían con la muerte violenta del ingeniero.
Según los testimonios y las pruebas presentadas en el juicio, Paniagua había robado varios objetos de valor de la casa: un celular, un parlante, cadenitas, 300 dólares y un candelabro. Sin embargo, durante su declaración en el juicio, la acusada negó haber tenido intención de robar o matar: "Mi intención no fue robarle al señor ni matarlo, eso se me fue de las manos", afirmó Paniagua.
Uno de los detalles más sorprendentes del caso fue la implicación de Graciela Orlandi, viuda de Wolfenson. Según Paniagua, Orlandi le pidió que robara el celular de su esposo mientras ella estaba de vacaciones. "Me dijo: 'Quiero saber en qué anda mi marido'. Que sacara el celular de la casa y le entregara el chip para que no me siguieran", declaró Paniagua.
El día del crimen, mientras limpiaba la casa, Rosalía no lo dudó y tomó el celular del ingeniero. Fue entonces cuando Wolfenson la descubrió y empezó una discusión que escaló rápidamente a violencia física: "Él me empezó a decir cosas malas, que era una ladrona, que era una hija de p..., paraguaya ladrona. Me dio una cachetada y me agarró de los pelos", relató la acusada durante el juicio.
La pelea entre Wolfenson y Paniagua tuvo lugar en la planta alta de la casa, en un cuarto de invitados. Según Rosalía, ambos se golpearon mutuamente durante el forcejeo: "Nos lastimamos con el placard, entre el placard y la cama empezó todo. Él me agarró del cuello y yo también a él. No sé en qué momento terminé con todo esto", confesó.
La autopsia reveló que Wolfenson murió por "estrangulamiento con un lazo". Paniagua admitió haber utilizado una cadenita de hilo trenzado durante el enfrentamiento: "Le puse por el cuello la cadenita que tenía. Él me apretaba del cuello y yo no sabía qué hacer. Se me nubló todo", afirmó.
La muerte de Wolfenson inicialmente fue atribuida a causas naturales porque el cuerpo fue encontrado boca arriba, con sangre en la cara y las manos, vestía ropa de deporte, lo que llevó a pensar que había sufrido un ACV tras salir a correr. Pero el desenlace era completamente distinto y tras la intervención del fiscal Quintana, se ordenó una autopsia que cambió el rumbo de la investigación y, rápidamente, los resultados confirmaron que se trataba de un homicidio.
El día siguiente al crimen, Paniagua ofreció vender el celular de Wolfenson a un vecino y logró vender el candelabro de bronce robado. Estos actos reforzaron las sospechas sobre su culpabilidad.
Rosalía Soledad Paniagua fue sentenciada a prisión perpetua por homicidio agravado por alevosía y su condición de empleada doméstica. Durante su declaración final en el juicio, expresó arrepentimiento y pidió disculpas a los hijos de la víctima: "Me siento muy avergonzada. Me voy a hacer cargo de lo que yo hice", expresó.